La economía, como cualquier otra ciencia, tiene leyes irrefutables e invariables en el tiempo: reglas que garantizan su supervivencia y dotan a los participantes la forma correcta de actuar. A continuación, se detallan las leyes fundamentales de la economía.
Conoce las leyes fundamentales de la economía
Las normas que jamás faltan en esta disciplina son:
Consumir es el objetivo final
Toda operación económica sigue a la actividad de producción y consumo. En este caso, se puede suponer al consumo como el objetivo y la producción como el medio.
Sin embargo, los programas de empleo transforman la producción en el objetivo aunque sea la valoración de los consumidores quien determine el valor de los bienes.
El consumo en la actualidad es una secuela del pasado, pero el valor de este sistema de producción depende del estado actual de la valoración de los consumidores y de su estado futuro más cercano.
Producir siempre conlleva un coste
No existen recursos gratuitos. Todo lo que se presuma como tal es costeado por un tercero: el presupuesto de ayuda social y becas de investigación han sido cubiertos con el dinero de los impuestos de otras personas.
Aunque las personas reciban los cheques mensuales que entrega el gobierno, desconocen quién o quienes trabajaron para obtenerlo. Y aunque las personas trabajan y creen en el gobierno, que confiscó una parte de su renta personal, ignoran a quién va a parar ese dinero.
La producción precede al consumo
Es evidente que, para consumir algo, primero debe existir. Por lo que se convierte en una prioridad para las organizaciones fomentar el consumo para expandir su producción, sean pequeñas empresas o internacionales.
La producción es un tema delicado, puesto que no aparece de la nada. Todo gira en torno a un proceso denominado estructura de producción: incluso para elaborar bienes tan insignificantes como un borrador, por ejemplo, se necesita una extensa red de procesos que puede extenderse a ciudades y países, e incluso continentes.
El valor es subjetivo
La valoración de un bien varía según la persona. Por tanto, el mismo recurso, físico o no, posee un valor disímil para dos miembros de una misma sociedad.
Esto se muestra claramente en la vida cotidiana:
- En un partido de futbol, las personas tienen un valor subjetivo distinto. Se puede apreciar cuando uno de los equipo anota o mete un gol.
- La temperatura, de igual forma, puede ser apreciada y valorada de forma radicalmente distinta por dos individuos.
La utilidad también es subjetiva, situacional e individual. No existe el consumo colectivo.
El nivel de productividad determina la calidad del salario
La producción por hora determina el salario de la persona por hora.
En un mercado laboral libre, los responsables directivos contratarían subordinados adicionales siempre y cuando ofrecieran mayores resultados que su propia fuerza laboral. Ergo, la competencia entre organizaciones aumentaría el nivel salarial hasta que igualara su productividad.
Si bien es cierto que el poder del Estado puede cambiar la distribución de los salarios, no tiene la capacidad de cambiar el nivel salarial general. El cual depende de la productividad laboral.
Todo gasto se traduce a rentas y costes
Los gastos, además de representar la renta, también se asumen como costes:
- Desde el punto de vista del comprador, se interpreta como un coste;
- Para el vendedor, una renta.
La renta, por tanto, equivale a los costes. Y el mecanismo del multiplicador fiscal sugiere que los costes aumentan con la renta.
El modelo keynesiano del multiplicador fiscal ignora el efecto del coste, y muchos de los mayores errores políticos nacen del desconocimiento del objeto coste en el objeto renta.
El dinero no puede traducirse a riqueza
El dinero tiene tanto valor como se lo otorgue el poder adquisitivo. Por tanto, se considera un simple instrumento de intercambio.
La verdadera riqueza de la persona se determina en su acceso a los bienes y productos que anhela: es imposible que una nación aumente su índice de riqueza a medida que aumente la existencia de dinero.
Esta noción sugiere que Robinson Crusoe, un personaje de ficción que se encuentra en una isla remota, no sería más rico si encontrara un maletín lleno de dólares a si descubriera una mina de oro en su naufragio.
La actividad laboral no genera valor
Si bien es cierto que en compañía de los procesos y elementos de producción, el trabajo hace posible un producto, el valor del bien dependerá de su utilidad.
La utilidad es subjetiva: depende de los ideales, cultura y necesidades de una persona.
El empleo por empleo no tiene significado económico. Lo esencial es desarrollar valor o seducir a la comunidad para que lo creen.
Para que sea útil, y se consuma, un producto necesita dar beneficios al cliente. Así que el valor de un bien existe de forma independiente al esfuerzo por producirlo.
Esto explica por qué los maratonistas no ganan más premios en dinero que los velocistas porque la maratón consuma más recursos que un sprint. Se debe al valor que le dan los espectadores.
Los beneficios son el bonus de todo empresario
Gracias al capitalismo competitivo, los beneficios económicos son el bonus que adquieren las organizaciones que se dedican a resolver problemas o errores de asignación.
En un escenario con economía de rotación constante sin cambios, sería imposible aumentar la tasa de pérdidas o beneficios. Por tanto, todas las empresas, independiente a sus esfuerzos, obtendrían los mismos intereses.
Una economía creciente no está inmune de cambios. Son constantes. Así que la previsión de los cambios es la fuente de los beneficios económicos:
- Los empresarios que son incapaces de anticipar los deseos futuros disminuyen las ganancias y se ven obligados a cerrar sus organizaciones. Como Motorola, con la aparición de BlackBerry. Y luego este por Apple.
- Mientras, las empresas que viven de anticipar el futuro más próximo del mercado son capaces de aumentar sus intereses y adquirir mayores beneficios.
Todas las leyes económicas parten del razonamiento sintético. Es imposible quebrantar las leyes de forma empírica, puesto que son universales y no requieren validación alguna.
Pero, si bien es posible ignorarlas o violarlas, no será posible alterarlas. Por tal motivo, los gobiernos e individuos que las aceptan y respetan tienen un mayor nivel de crecimiento y riqueza que el resto.
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