Revista Cultura y Ocio

Coños

Publicado el 30 octubre 2020 por Rubencastillo
Coños

En la página 84 de esta edición anota Juan Manuel de Prada: “Escribo este libro a vuelapluma, por supuesto, con esa facilidad de los que somos ricos en metáforas”. Y ante una afirmación de ese calibre sólo caben dos posturas: admitir que dice la verdad (y calificarlo de estilista prodigioso) o suponer que exagera (y calificarlo de estilista prodigioso). Porque nadie que lea estas páginas podrá incurrir en la torpeza de obviar su brillantez (ni siquiera Paco Umbral, el Gran Exigente, lo hizo). Para determinados lectores, la abrupta textura temática de algunos capítulos, o la esencia misma del libro, se antojará insufrible; pero resulta imposible negarle su explosiva fascinación literaria: metáforas, adjetivos, música de las frases, comparaciones, hipérboles… Juan Manuel de Prada construye un homenaje (situado palmo y medio al sur) a Senos, de Ramón Gómez de la Serna. Y lo hace liberando una volcánica lubricidad verbal y humorística.

Paseándonos por sus líneas nos encontramos con egiptólogos que se encoñan con momias, sonámbulas que van ofreciendo sus sexos tras gasas nocturnas, sirenas de morfología inquietante o perturbadora, tenistas que cuando corren permiten la visión inesperada, mujeres que cosen a máquina sin bragas, lesbianas que se unen en conciertos fricativos, gitanillas que ofrecen su sexo en lugares escondidos (para que el payo que lo disfruta no sea convertido en un colador por las navajas raciales de sus protectores), faquiresas que ofrecen espectáculos anonadantes al público, viudas que conservan todo el furor en sus coños dormidos o expectantes, filipinas que esconden una sabia gruta y que la usan con fruición hasta que se van con “un cantante de baladas cursis” o incluso coños silenciados en la morgue, que aún perturban a ciertas personas.

No hay límites para la imaginación y para la joyería estilística de Juan Manuel de Prada. Así que aproximarse a este libro supone recibir un huracán de literatura, difícilmente olvidable. Absténgase, eso sí, las personas mojigatas en exceso: si se lo toman demasiado en serio se indignarán casi en cada página. Pero qué coño…


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