Los estudios geológicos llevados a cabo durante las últimas décadas nos han mostrado que nuestro planeta ha sido sometido a un bombardeo meteórico similar al sufrido por la Luna, e incluso más intenso. En realidad, debido a su mayor fuerza de gravedad, la tasa de impactos en la Tierra es 1.5 veces más alta que la de nuestro satélite natural.
El rango de tamaño de los objetos impactantes se halla entre cuerpos de pocos metros hasta otros de varios Km de diámetro, produciendo efectos muy distintos y factores diferentes: el diámetro del impactante, su velocidad, su densidad, el lugar en el que se produzca el impacto ya sea en mar o en tierra, etc. Un ejemplo de esto lo fue el “Suceso de Tunguska” cuyo pequeño impacto (30 de junio de 1908) ha pasado desapercibido, debido a que éste tuvo lugar sobre un paraje del planeta prácticamente despoblado. Que hubiera ocurrido si el hecho hubiese acontecido sobre un núcleo urbano o una zona densamente poblada?
El impacto de un asteroide o cometa con un diámetro de unos 10 Km liberaría unos 100.000 megatones de energía, lo equivalente a más de cinco millones de bombas atómicas como la que destruyó Hiroshima o 100 veces los actuales arsenales de armas nucleares. El impacto, que produciría una compresión de 10000 GPa, provocaría un terremoto de magnitud 12 en la escala de Richter, vientos de más de 500 Km/h y un calentamiento del punto de impacto en unos 100.000°C, temperaturas capaces de fundir instantáneamente entre 10 y 100 veces la masa del proyectil.
El impacto del meteorito en el mar provocaría una masa de gas de 700 km de diámetro.
Si el impacto tuviese lugar sobre el océano, el meteorito y una gran masa de agua pasarían a estado gaseoso, generándose una gran pluma de vapor con un diámetro de unos 700 Km, 50 veces mayor que el espesor de la atmósfera terrestre. En total una masa de vapor de agua, material fundido y vaporizado entre 10 y 100 veces mayor que la del propio meteorito sería eyectada a gran velocidad hacia la estratosfera, pudiendo llegar un pequeño porcentaje de los fragmentos a alcanzar la velocidad de escape suficiente (11.2 Km/s) como para huir de la gravedad de nuestro planeta. Pronto todo este vapor recondensaría en lluvia y nieve “sucia”, debido a la mezcla de ésta con parte del material sólido eyectado, tardando en retornar a la superficie de nuestro planeta varias semanas o meses.
La violencia del impacto generaría un cráter de unos 150 Km de diámetro con una protuberancia central causada por rebote elástico y produciría movimientos en masa en márgenes continentales y turbiditas en la base del océano. La colisión en el océano daría como resultado un cráter algo mayor y más plano que el producido en tierra firme,debido a la inestabilidad de la pared o borde del cráter bajo las aguas del océano, existiendo la posibilidad de la ruptura de la corteza oceánica, lo cual dejaría una marca morfológica, gravitatoria y magnética importante.
Uno de los efectos inmediatos de esta colisión sería la aparición de enormes tsunamis que barrerían los océanos de la Tierra hasta batir contra la costa. La altura inicial del tsunami en el punto de impacto sería igual a la profundidad del océano. Así, por ejemplo, un choque de un bólido de 10 Km de diámetro en un océano de 5 Km de profundidad formaría un tsunami de 5 Km de altura inicial que habría disminuido hasta “sólo” 150 metros tras haber recorrido medio planeta en unas 27 horas. Esta enorme ola erosionaría violentamente todas las plataformas externas e inundaría las áreas continentales.
El impacto de un asteroide (diámetro de unos 10 Km) liberaría unos 100.000 megatones de energía, es decir más de cinco millones de bombas atómicas.
También provocaría un aumento de energía calorífica en la atmósfera debido a:
- Calentamiento directo por fricción mientras el proyectil atraviesa el aire.
- Explosión atmosférica y desintegración del objeto (o parte de éste) en el aire.
- Expansión explosiva del proyectil y de las rocas situadas en el lugar del impacto tras la colisión.
- Movimiento de los materiales eyectados a través del aire y calentamiento de éste por las propias eyecciones.
Tras el impacto se produciría un masivo desplazamiento de aire caliente y partículas incandescentes desde el lugar del choque, lo cual provocaría importantes incendios durante meses en áreas continentales cercanas, pudiendo llegar a consumirse hasta un 20% de la reserva forestal mundial.
El abrasamiento de la vegetación daría como resultado la formación de hollín de carbono puro, que oscurecería el planeta impidiendo la llegada de luz solar a la superficie. Durante meses o incluso años, el calor generado por el impacto y la caída de las eyecciones procedentes de éste producirían un importante calentamiento de la atmósfera (+10°C) y de la superficie terrestre, principalmente en las zonas más próximas al lugar de la colisión: se calcula que la temperatura podría incrementarse en más de 400°C en un radio de 5000 Km y aún mucho más aún en un radio de 1000 Km.
Expansión explosiva del proyectil y de las rocas situadas en el lugar del impacto tras la colisión.
Una vez sufrido el calentamiento inicial se produciría un efecto opuesto: el polvo generado por el impacto se distribuiría por la atmósfera terrestre en pocos días, provocando lo que se denomina un invierno nuclear: un periodo de varios meses de oscuridad y de descenso de la temperatura global del planeta. Se ha calculado que el bloqueo total de la radiación duraría de días a semanas y que el fenómeno de oscuridad podría persistir entre 3 y 6 meses, hasta que el polvo se sedimentase sobre la superficie terrestre.
¿Qué implicaciones tendría todo esto?
- Una reducción drástica de la temperatura atmosférica, llegando a ser ésta en el interior de los continentes inferior a la del punto de congelación del agua. Podrían producirse importantes nevadas de hasta 6 metros de altura en los continentes, a excepción de las zonas costeras, en donde la temperatura se halla amortiguada por las masas de agua oceánicas. Los océanos no sufrirían un enfriamiento tan radical, debido a su gran capacidad calorífica. Las temperaturas por debajo del punto de congelación en una buena parte del globo terrestre y las importantes nevadas podrían incrementar el albedo de la Tierra, lo cual conllevaría un mayor descenso de las temperaturas e iniciaría una glaciación que persistiría durante un periodo de tiempo indeterminado.
- El colapso de la fotosíntesis y la ruptura de la cadena alimenticia, que produciría extinciones en masa de los consumidores primarios y secundarios, herbívoros y carnívoros, dependientes directa o indirectamente de las plantas terrestres o el fitoplancton. La reproducción de los animales terrestres también se vería afectada, sucumbiendo éstos por falta de alimento y por no poder soportar las condiciones climáticas adversas. La alteración de la fotosíntesis del fitoplancton también conllevaría el colapso de la cadena alimenticia marina: en seis meses el zooplancton devoraría al fitoplancton para después acabar muriendo.
Invierno nuclear.
Tras este periodo de frío se produciría el fenómeno opuesto: desde el lugar del impacto se eyectarían por volatilización, además de otras sustancias tóxicas procedentes del impactante (Ni, Cr, Co...), grandes cantidades de H2O, CO2, SO2 y NOX, que inducirían un efecto invernadero en el planeta y contaminarían toda la superficie del mismo, provocando lluvias ácidas (ácidos nítrico y sulfúrico) que acidificarían la superficie marina y provocarían la extinción en masa de la fauna planctónica. El calor producido por el efecto invernadero (+10°C) no cesaría hasta que el plancton marino y la flora terrestre volviesen a surgir, algo que podría llevar entre 10.000 y 30.000 años.
Podemos decir que los efectos más destructivos que se producen a causa del impacto de un asteroide son:
- Calor inicial producido por el impacto (colisión, incendios...).
- Viento y tsunamis.
- Frío y oscuridad (invierno nuclear).
- Destrucción de la capa de ozono.
- Lluvias ácidas y envenenamiento por toxinas.
- Efecto invernadero.
Naturalmente es importante tener en cuenta que estos fenómenos serán más acusados o severos en función del diámetro, velocidad o lugar en el que tiene lugar el impacto (continente, océano, explosión atmosférica). Asimismo es importante tener en cuenta que no todos los ambientes del planeta sufrirían con la misma intensidad las consecuencias de una colisión de un cometa o asteroide contra la Tierra.
Fuente: LPJ USRA
“Suceso de Tunguska” - 30 de junio de 1908.
Quantum opina:
Los efectos del impacto de un cuerpo asteroidal o cometario explicados anteriormente han sumido a la Tierra en periodos de oscuridad y provocado importantes crisis biológicas, afectando muy drásticamente en varias ocasiones la evolución de la vida en nuestro planeta. Los estudios estadísticos, basados en observaciones astronómicas y evidencias geológicas, muestran que un fenómeno como el sucedido en Tunguska tiene lugar cada 2000 años. Se estima que los impactos de bólidos de diámetros mayores a 2.5 Km ocurren cada 10 millones de años y que la frecuencia con la que un cuerpo mayor de 10 Km de diámetro choca contra la Tierra se halla en torno a una vez cada 100 millones de años.
Naturalmente todas estas cifras son estimativas, pero claramente muestran que estos catastróficos eventos, tarde o temprano, tendrán lugar de nuevo.