Aprovechando que la crisis pasa por la Puerta del Sol como una oportunidad inmejorable para hacernos comulgar con ruedas de molino, Esperanza Aguirre ha metido en la Ley de Acompañamiento a los presupuestos su receta neoliberal, que no es otra que cargarse a cualquier contestación posible a sus políticas.
Además del cierre de algunos organismos o su reconversión en otras estructuras, y el cargarse la negociación sindical de un plumazo por la expeditiva vía de cargarse horas sindicales, ha decretado la eliminación de los Consejos de La Mujer y el Consejo de la Juventud de la Comunidad de Madrid.
Del segundo voy a opinar para negar la mayor. No se cierra por motivos presupuestarios. El presupuesto destinado a este organismo de representación de las asociaciones juveniles es irrisorio, tanto como es el presupuesto destinado a las políticas de Juventud desde la administración autonómica. La Dirección General de Juventud se ha quedado en la inutilidad permanente, no por falta de buenos profesionales que allí trabajan, sino porque han ido paulatinamente desmantelando todos sus programas hasta hacerlos ridículos.
El motivo de la supresión es que no le gusta que le lleven la contraria ni que se opine diferente, por eso cualquier organismo consultivo lleva las de desaparecer. Le basta y le sobra con Telemadrid y sus campañas Gürtel para que el planeta madrileño viva en una arcadia feliz del paraíso popular.
Pues bien. Una vez pasado el primer momento del shock y desde luego apoyando cualquier tipo de movilización y protesta que pueda plantearse, he de decir que la decisión de la lideresa también puede ser una oportunidad para el movimiento asociativo juvenil. Es hora de que las entidades juveniles se planteen que cualquier regulación institucional y su financiación lleva a su domesticación.
Si. Es hora de salir a la calle. De la autoorganización. De no deber nada a nadie. De ser completamente libres y no tener dependencias para poder discutir de tú a tú con los gobiernos de turno. De ser representativos en base a que se representa a una fuerza: la de la movilización social. No es cierto que el Consejo deba desaparecer, porque no es decisión de la CAM que exista o no. Depende sólo de la voluntad de las asociaciones juveniles, como se hizo en sus comienzos.
Es hora de ir a la Calle Génova a hacer lo que han hecho los estudiantes londineses con los torys. Es hora de decir: Estamos aquí y vamos a derribar las barreras que nos impiden ver el futuro. Es hora de decir en la calle lo que se dice en los despachos. Sin miedo a seguir en la calle.
Os estáis jugando como queréis vivir el resto de vuestra vida.
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