Es a partir de los dos años de edad cuando los niños empiezan a poder controlar sus esfínteres, es un proceso de maduración física y como tal no es igual en todos los casos. Habrá niños que a los 2 años pidan ir al baño y puedan aguantar, a otros les costará más, incluso alguno puede que sobrepase los tres años sin haberlo conseguido.
En torno a los 4 años este proceso debe estar asentado.
Este es como decimos el proceso natural, siempre teniendo en cuenta la maduración del niño. A partir de aquí se considera que el niño tiene un problema de enuresis cuando alcanzada la edad en que debería poder controlar sus esfínteres, no lo hace y se produce la micción de forma involuntaria.
Existen causas físicas y psicológicas
La enuresis puede ser de tipo primario, el niño nunca ha conseguido controlar su vejiga, o secundario, después de haberlo controlado ha sufrido un retroceso. En ambos casos lo primero que hay que hacer es averiguar la causa. El paso inicial es comprobar si existe algún problema físico que le impida el adecuado control, como podría ser una vejiga pequeña o una débil musculatura. Además de los factores físicos o los trastornos que llevan asociados un problema de enuresis, hay factores emocionales y psicológicos que afectan al niño y le provocan el problema, como por ejemplo el nacimiento de un hermano. Iniciar el aprendizaje demasiado tarde también puede influir en que luego al niño le cueste más, además si alguien en la familia lo ha padecido es probable que al niño le suceda lo mismo. Por último, un sueño demasiado profundo también puede causar la micción nocturna.
Una vez conozcamos la causa podremos actuar en consecuencia aplicando las medias que se consideren oportunas, normalmente son técnicas de aprendizaje, aunque es un problema que suele mejorar y eliminarse con el tiempo. Pese a todo, sea cual sea la causa, el resultado es el mismo, el niño se orina de forma involuntaria y esto, cuando ya tiene una edad en la que es consciente de su situación, le puede ocasionar problemas emocionales, especialmente si ocurre por el día.
Nunca castigar ni culpabilizar al niño
El papel de los padres aquí es determinante, nunca se le debe castigar ni culpabilizar por ello, solo lograríamos empeorar su sentimiento de culpa y vergüenza. El niño no se hace pipi adrede, tiene algún problema y mientras lo tratamos debemos intentar normalizar la situación. La comprensión y la paciencia son lo más importante. Normalmente las técnicas que se aplican no son cosa de un día, habrá que cambiar más de una sábana, un proceso en el que nos puede ayudar el niño, y todo ello se deberá hacer sin reproches, sin darle importancia. Del mismo modo, tampoco se debe alabar el hecho de que la cama esté seca, esto le crea presión al niño, ya sabe lo que está bien y lo que no.
En la mayoría de casos de enuresis secundaria, cuando el niño ya ha demostrado que sabe retener la orina, lo que subyace es un problema emocional, que le estresa y le preocupa. De esta forma el apoyo de los padres, la tranquilidad que le pueden ofrecer al niño, será el mejor remedio para solucionar el problema.