"Tío, la he cagado, ¡necesito verte!"
No me sorprendió que mi amigo, al que llamaremos Alonso, estuviera metido en problemas. Siempre había sido su naturaleza atraer sobre él todo tipo de circunstancias adversas y extrañas que le hacían vivir más de alguna desventura. Seguramente por eso, era realmente complicado seguirle la pista y aparecía en tu vida ocasionalmente, aunque en esos momentos en los que lo hacía, siempre fueran memorables.No lo pensé demasiado. Al fin y al cabo, un amigo es un amigo y la verdad es que aquel día no tenía nada más que hacer y siempre era divertido que Alonso tuviera que contarte alguna de sus aventuras. Quedé con él en un bar por el centro esa misma tarde.Llegué unos minutos tarde a la cita, a sabiendas de que Alonso nunca era puntual, pero, para mi sorpresa, me lo encontré esperándome, con media caña ya consumida, lo que indicaba que seguramente llevaba un buen rato allí.-Alonso, ¡cuánto tiempo! -dije, sentándome a su lado.-Tío, la he liado -me contestó directamente, mirándome con desesperación. Además de atraer los problemas, Alonso era nervioso, impulsivo, inestable y algo cobarde, curiosa combinación para alguien que las había visto de todos los colores. Me quedé en silencio, esperando que continuara, viendo que no estaba interesado en intercambiar las típicas cortesías de rigor que hubieran correspondido. Me miraba inquieto con sus claros ojos verdes, que siempre rebosaban de aparente inocencia, con un toque de despiste. Había que reconocer que no tenía mal aspecto nunca, aunque a veces pareciera algo descuidado: además de sus distintivos ojos verdes, tenía el rostro cuadrado, de fuerte mentón, con el pelo denso, negro y despeinado y la capacidad de lucir siempre la barba como si llevara justo tres días sin afeitarse. -Tranquilo, tranquilo. ¿Qué ha pasado, que ni me saludas, macho? -le pregunté, mientras me sentaba frente a él, viendo que no se decidía a seguir contándome. -Bueno verás, tengo un problema con una chica, un jodido problema.-¿Y eso te preocupa? Como si fuera el primero que tienes. Me acuerdo, sin ir más lejos, de aquella fiesta en la piscina, hace unos cuantos veranos en la que...-Mucho peor -me aseguró, con fatalidad, cortando mi recuerdo-, mucho peor. Aunque, ahora que lo pienso, algo tiene que ver con aquello.-¿Cómo va a ser peor? Todavía me extraña que no salieras con una orden de alejamiento de aquello, y durmiendo bajo un puente.-Te lo aseguro, joder, es mucho peor. Déjame que te explique.Y así empezó a contarme esta historia que ahora os hago llegar, con la que espero que podáis ayudar a mi amigo. La verdad es que yo mismo, cuando me lo contó no supe muy bien qué aconsejarle, así que he decidido haceros llegar a todos su historia, manteniendo su identidad en secreto, ya que se trata de tema complejo y delicado que requiere discreción y para el que toda la ayuda es poca.Una inoportuna cena
Alonso a pesar de sus andanzas, no es un hombre especialmente dado a salir de noche y tampoco tiene ya la costumbre de beber. No se trata de que no le guste tomarse alguna que otra copa, no os creáis, sino que hace un tiempo decidió imponerse un poco de mesura con el alcohol, ya que éste conseguía sacar a la luz todos sus bajos instintos.
Sin embargo, el fin de semana anterior a nuestra cita, había quedado para cenar con unos amigos. Como suele ocurrir con estas cosas, salió de la cena ya completamente borracho. Cerveza, vino y más de una copa habían acabado con su resistencia etílica, sacando a relucir su lado más irracional y primitivo.En estas ocasiones, estaréis conmigo en que lo mejor es marcharse a casa. Las consecuencias de estar ya completamente pedo antes siquiera de haber comenzado la noche, nunca son buenas. Lo normal suele ser tener un mal encuentro con alguien al que jamás desearías encontrarte estando borracho. Ya sea algún familiar, alguien del trabajo o alguna de tus amigas más deseables, a las que baboseas impúdicamente, acabando con cualquier posibilidad de tener algo con ellas en un futuro.Sin embargo, decidió proseguir la fiesta, demasiado eufórico como para dar la jornada por acabada. Y así fue como se encontró con Lorena. Estaba mi amigo haciendo algo que él entendía como bailar, cuando la vio llegar. Ella lo había visto antes y se dirigía a él, con una sonrisa alegre bailándole en el rostro.
Al parecer, no era lo único que le bailaba. Vestía con unos pantalones vaqueros y una sencilla y ceñida camiseta de tirantes blanca, que le quedaba francamente bien. Ella le dio un fuerte abrazo y un sonoro beso en la mejilla, que le dejó marcado parte del pintalabios rojo. Alonso agradeció que en la oscuridad no se pudiera apreciar bien lo que ocurría en todas las partes de su anatomía. Ya entonces debió darse cuenta que había que buscar una excusa y marcharse, pero se quedó allí, sonriendo como un bobalicón, mientras dejaba la mano apoyada en la cintura de ella.Lorena tenía ocho años menos que él, pero aquella noche no lo parecía. Puede que fuera el aura alcóholica que flotaba entre ambos lo que la hacía tan adorable y atractiva o, tal vez, su ceñida camiseta de tirantes. Estuvieron un rato hablando. Ella debía notar que Alonso estaba demasiado cariñoso, ya que no paraba de acariciarle el brazo y lanzaba algún que otro vistazo poco discreto a su escote, pero no parecía molestarle demasiado. De hecho, ella sonreía también. Cada vez estaban más cerca. Finalmente, se besaron.***-Me encantó -me confesó Alonso, dando un trago a su cerveza- no me acuerdo de mucho más de aquella noche, salvo de aquel beso. Fue tan... tan húmedo e indecente. Ella se marchó poco después casi sin despedirse, seguramente se dio cuenta como yo de lo que habíamos hecho. Yo dejé que se fuera, aunque estuviera más caliente que un horno nuclear.-Pero, Alonso, joder, que Lorena es la hermana pequeña de tu ex, con la que has cortado hace dos meses -dije yo, mirándole con asombro.
-Ya -dijo, mirando a otra parte-. Mira, yo pensaba hacer como si no hubiera pasado nada. Un desliz. Tal vez ella ni se acordaba, pero esta mañana he recibido este whatsapp suyo -dijo, enseñándome su teléfono.
"xfvor yamam"
Estuve unos segundos tratando de descifrar lo que ponía en aquel jeroglífico al que los chicos de hoy en día llaman escritura, mirando alternativamente al teléfono y a su dueño.
-Alonso, me acuerdo que más de una vez me has comentado que Lorena te parecía una niña idiota. No te estarás planteando nada, ¿verdad?
-Bueno, he hecho una lista y todo -me reconoció, con voz ronca-. De pros y contras, quiero decir. Y aunque tiene ciertos problemas, como que siempre me ha parecido algo infantil...-Y que es la hermana de tu ex novia.
-Y eso, claro, claro. Pero hay que tener en cuenta que está muy buena, vaya. Eso es un pro. Y yo llevo ya un tiempo sin... Es que no sé qué hacer. ¿Tan mal está? Total, Ali ya no es mi novia, soy libre. Y tal vez así pueda probar la tarta de queso que prepara su madre, que está buena de cojones también.
-No sé si su madre te preparará una sopa de hostias, más bien.
No supimos avanzar mucho. Él sigue dándole vueltas al tema y espera que yo le pueda ayudar. Y la verdad es que yo no sé muy bien qué decirle. Vosotros ¿qué opináis? ¿Qué debe hacer Alonso?
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