**
-¡Mamá! -dijo Alonso, levantándose de un salto, sin darse cuenta que tampoco era buena idea levantarse en aquella situación. Cuando se quiso dar cuenta, ya estaba de pie, con los pantalones y calzoncillos por los tobillos. Hubiera sido mejor seguir mostrando el culo y seguir tumbado. Haciendo un gesto desesperado, agarró lo primero que tuvo a mano, es decir, un cojín, y lo utilizó de cobertura. Ahora sí que se había transformado en un auténtico estereotipo de película del destape.-Hijo -dijo débilmente su madre, mirando alternativamente a su hijo ocultando sus partes tras un cojín, cuya funda había mandado a la tintorería hacía menos de diez días, y al sofá, donde se encontraba Lorena, que se había recompuesto el vestido para taparse a una velocidad sorprendente.-¿Primo? -dijo, otra voz familiar, bastante chillona, incorporándose a la escena, a espaldas de la madre de Alonso.-¿Marta? -preguntó Alonso, viendo cómo su prima asomaba la cabeza en la habitación. Qué bonitas eran las reuniones familiares en aquella casa.-Bueno, mejor os esperamos en... otra parte -dijo la madre de Alonso, tratando de recuperar la compostura y cerrando la puerta del salón tras ella.Vaya marrón. El joven se quedó en pie, sin saber qué hacer. De repente, escuchó un suspiro prolongado a su espalda y cuando se dio la vuelta, se encontró con Lorena, haciendo grandes esfuerzos para no estallar en carcajadas. No supo si admirarse o enfadarse por aquella reacción. Ella se puso en pie para terminar de recomponerse el vestido y la ropa interior.-Vaya manera de conocer a mi suegra -dijo ella, sonriendo con malicia.-Ya la conocías. Al menos te habías encontrado un par de veces con ella -le recordó Alonso, frotándose la frente, incrédulo ante la tranquilidad de ella.-¿Me habrá reconocido?-La verdad es que no sé si ha fijado tanto. Pero deberíamos salir y hacer como si esto no hubiera ocurrido ¿vale? Joder, ¿qué hace mi prima Marta aquí?-Si salimos, al menos deberías ponerte los pantalones -comentó Lorena, dándole unos golpecitos al cojín- ¿esa era tu prima? Vaya voz ¿no?
-Bueno, algo aguda sí. Es todo personaje Marta.
Salieron del salón y se encontraron con la madre de Alonso y su prima en la cocina.
-Primoooooo! -gritó Marta, corriendo hacia él y aplastándose contra él en un abrazo envolvente.
-Hola Marta -dijo Alonso, devolviéndole el abrazo tímidamente-. No sabía que ibas a venir.
-¡Quería darte una sorpresa, tonto! -gritó ella a medio centímetro de su oreja- ¿no me echabas de menos? -añadió, en un susurro que hizo estremecer al chico.
-Hola, hijo -dijo su madre, que hasta entonces había permanecido callada, tras la isla de la cocina, mirando atentamente a Lorena.
-Hola mamá, bueno... -empezó a decir Alonso, sin saber muy bien qué hacer. Finalmente hizo un gesto con la mano, para señalar a la persona que se encontraba tras él- te presento a Lorena.
**-¿Así de fácil? -le pregunté, con un silbido de admiración, a mi amigo.-¿Qué querías que pasara? -me preguntó Alonso, encogiéndose de hombros.-Hombre, tras encontrarse cara a cara con tu blanco y peludo culo en pleno sube y baja, esperaba que tu madre no estuviera demasiado contenta.-No, si mi madre, ya lo sabes, la pobre, está curada de espanto. Después se estuvieron riendo de mí ella y mi prima, las muy cabronas.-¿Y qué tal con Lorena? -pregunté, curioso-. No es una manera muy convencional para conocer a una suegra. ¿La reconoció?-No pareció hacerlo. Al menos no me dijo nada, gracias a Dios. La verdad es que se llevaron bien. Creo que ambas están tan locas que se pueden acabar entendiendo.-Ahora, dime la verdad, lo de tu prima Marta es mentira ¿verdad? Es tu porcentaje añadido de ficción a la historia.-Te juro que no, tío. Te lo prometo. Allí estaba ella y sus enormes tetas por delante -dijo Alonso abriendo los brazos en gesto que pretendía indicar el tamaño del pecho del que estaba hablando. -La leche -murmuré- pero ¿en qué plan estaba ella?-No lo sé, bueno, ya sabes que mi prima es impredecible. Parecía relativamente estable. No hizo nada raro. Tampoco tuvo la oportunidad ya que no estuve apenas tiempo con ella.-Tener esas tetas desde tan pequeña la volvieron una déspota. Demasiado poder para una niña -reflexioné yo, evocando la curvilínea figura de Marta en mi imaginación.-No sé lo que significa esa palabra que acabas de decir, pero supongo que te refieres a que es una hijaputa.-Más o menos. ¡Oye! -dije, recordando de repente- que yo tenía que contarte lo del correo de Ali. Mira, aquí lo tengo -le enseñé el móvil a Alonso, que lo cogió para leer el mensaje. -Vale. Estoy muerto. Me van a pillar al final.-Deberías ser un hombre y confesar. Ya que parece que lo de Lorena no tiene marcha atrás deberías pensar en coger el toro por los cuernos y acabar con todo esto. Tal vez no te maten. Tal vez hasta salgas bien de todo esto, como siempre. -Ni de coña. Sólo pensarlo hace que me entre el vértigo. Tal vez encuentro una manera de que esto se solucione sólo.-Tu prima. Vaya verano aquel ¿eh? -dije de nuevo, mirando con una sonrisa a mi amigo, que a pesar de que lo intentó, no pudo evitar reírse él también.-Sí. Vaya verano -afirmó, bebiendo un largo trago de cerveza.Aquel verano de juventud
Hace ya un montón de años Alonso y yo éramos unos adolescentes desgarbados. Ya habíamos crecido todo lo que teníamos que crecer y estábamos prácticamente en los huesos. Nos asomaba por la barbilla algún que otro pelo despistado y teníamos que tener cuidado en afeitarnos el bigotillo casi transparente que nos aparecía de vez en cuando sobre los labios. No se puede decir que la adolescencia nos tratara demasiado bien, pero éramos felices, creo.Estabamos en lo que llamamos nuestro primer verano de juventud. Recién salidos de la adolescencia, ya habíamos empezado a salir de noche ese año, aunque poco y con un horario muy restringido, y estábamos ansiosos por enfrentarnos a la vida de depravación sexual que suponíamos que se encontraba ante nosotros. Puede que fuéramos jovencitos, inexpertos y feos, pero ya éramos unos auténticos cerdos, obsesionados por llamar la atención del sexo opuesto y maestros del imaginario.Aquel año, los padres de Alonso se habían comprado una casa en San Juan de Alicante, en una urbanización en primera línea de playa, donde ya residía una prima de la madre de Alonso y su familia. A mí me habían invitado a que me fuera a pasar con ellos unas tres semanas, ya que por aquel entonces yo ya era su mejor amigo. Nada más llegar y ver las grandes torres blancas gemelas donde íbamos a pasar parte de nuestro verano, entendimos que nos encontrábamos ante un momento clave en nuestras vidas. Subimos corriendo a nuestra casa, en un décimo piso y, tras dejar las maletas sobre nuestra cama, pedimos permiso a los padres de Alonso para bajar a la piscina, ya que el viaje había sido largo y estábamos asfixiados por la humedad.-No -dijo el padre de Alonso, mirándonos con cierta compasión- antes tenemos que ir a ver a tus primos, Alonso, que viven aquí.-Bah -dijimos Alonso y yo casi al mismo tiempo, ya que por aquellos tiempos, como buenos adolescentes que éramos, no teníamos ningún interés en los asuntos familiares y menos con unos primos segundos a los que Alonso no había visto en la vida.-Será poco rato y después tal vez os podéis bajar con alguno a la piscina. Vamos, que deben estar en su casa. -dijo la madre de Alonso, tranquilamente, dando por zanjado el tema.Acudimos a la vivienda, mostrando claramente nuestro desinterés y fastidio por aquella pérdida de tiempo. Llegamos a la puerta de casa de los primos de Alonso, pero antes de tocar, su madre se dio la vuelta y nos miró con una gran sonrisa iluminando su cara.-Como no seáis simpáticos, os corto los huevos -indicó, haciendo un gesto con los dedos como si fueran unas tijeras.Ante esto, a uno sólo le queda poner su mejor cara y sonreír. Llamamos al timbre, esperando pasar aquel trago lo antes posible.-¡Vooooooy! -gritó una voz aguda, como un chirrido metálico. Se escucharon unos pasos apresurados y cómo giraban los engranajes de la cerradura de la puerta. Entonces fue cuando nos encontramos con ella. Joder, con ella y con ellas.-¿Quién es? -La puerta se abrió y apareció Marta, en todo su esplendor. Era una adolescente bajita, sobre el metro sesenta, de media melena lisa y castaña, rasgados ojos claros y algún granito manchando su rostro regordito, pero de rasgos dulces y bastante agradable. No estaba delgada, pero ni mucho menos gorda. Y qué cojones, cómo si eso importara, teniendo en cuenta las enormes tetas que asomaban tras su camiseta de tirantes, desafiando a la razón humana y a cualquier ley física que se preciara.Nos quedamos mirándonos, los dos chavales, las dos tetas y la prima. Alternativamente. Debía ser toda una imagen. Nosotros delgados como juncos, marcando costillas y acné junto aquel prodigio de la naturaleza en todo su esplendor.-Alonso, esta es tu prima Marta ¿no le das un beso? -dijo la madre, acercándose a Marta y dándole un abrazo.-¿Eres Alonso? ¡Primooooooo! -dijo Marta, adelantándose y dándole un brutal abrazo a mi amigo, al que envidié y odié con toda mi alma, al ver cómo se apretujaba contra él toda aquella masa de adorable carne.-Y este es Javi -dijo el padre de Alonso, echándome un cable al verme sólo y desvalido- un amiguito que se ha venido con nosotros.Yo también tenía un amiguito encantado de aquel encuentro, pensé, viendo como Marta dejaba a Alonso para darme un tetabrazo de magnitud similar al anterior.Aquel día, mi amigo y yo, que éramos seres apenas humanos, pasotas y torpes, con nula capacidad de raciocinio y comunicación, con la única habilidad realmente destacable de darle al manubrio de forma incansable, conocimos por vez primera lo que es sentir verdadera fascinación por una mujer. De repente, éramos los seres más felices del mundo. -¿Por qué no bajáis a la piscina a daros un baño? -sugirió la madre de Marta, que se había presentado sin que yo siquiera reparara en ella.-Eh, umm, ¿baño? -dijo Alonso, sin ser capaz de hilvanar un discurso mínimamente lógico.-¡Vamos! -gritó la primita, aparentemente encantada, viendo que nosotros no reaccionábamos, y cogiendo de la mano a Alonso. Nosotros la seguimos como perrillos falderos, siendo arrastrados hacia lo que sería nuestra dulce perdición.