La temporada de verano se está acabando y en estos momentos
es cuando más excedente de productos del huerto tengo, esto lejos de ser un
problema, es una bendición, por que con todo lo que sobra hago mis propias
conservas caseras.
Hay muchas formas de realizar conservas caseras, aunque la
más tradicional y conocida es la del “Baño María”. Personalmente tengo una mala
experiencia con esta técnica, un año tuve que tirar toda la producción de
guisantes una vez envasada, ya que empezaron a fermentar al poco tiempo.
Reconozco que quizás no realicé bien el proceso, pero ante la duda opté por
otra fórmula de conservación, que si bien es más cara no me ha causado ningún
problema desde entonces: la congelación.
Para realizar las conservas caseras del “Baño María” debemos
de elegir siempre hortalizas o frutas que estén bien maduras. Dependiendo de si
es fruta o verdura, lo ideal es pelarla o blanquearla (también se suele cocer), aunque como en todas las
áreas de nuestra experiencia, cada maestrillo tiene su truquillo.
Lo cierto es que una vez que tenemos preparado el producto a
conservar, utilizaremos tarros de cristal que herviremos primero para limpiar y
desinfectar. Una vez limpios los llenamos de nuestra fruta o verdura y llenamos
de agua (o... por que si es fruta, a lo mejor nos apetece edulcorarla con azúcar, o utilizar el agua de cocción), siempre dejando un poco de espacio.
En mi única incursión en las conservas caseras al vacío, una
vez llenos y cerrados los tarros se ponen al “Baño María” unos minutos, con
cuidado de que el agua no llegue al borde de los botes y por supuesto no los
tape. Luego se sacan y se ponen boca a bajo para comprobar que no se sale nada
y se dejan enfriar.
Como he dicho como mi experiencia no fue buena, opté por
comprar un arcón congelador para conservar todo lo que me sobra del huerto. La
ventaja que tiene las conservas caseras en congelador, es que se puede
conservar casi todo y ya cocinado.
En casa hacemos tomate frito con el exceso de tomates y lo
congelo. Los pimientos me encantan fritos (los verdes italianos), se fríen y se
congelan fritos, luego sólo hay que descongelar y directamente a comer.
La verdura hay que blanquearla. Esto consiste en meterla un
minuto más o menos, dependiendo del tipo de verdura en agua hirviendo, se seca
bien y al congelador. El blanquear la verdura es sobre todo para limpiarla.
Probablemente conozcas algunas otras formas de conservas
caseras, o sepas algún “truqui” que puedes compartir con nosotros, ¡¡Animaté!!.