Las manos pueden definirnos. El cuerpo tiene su propio lenguaje y las manos son su parte más expresiva. Por eso es muy importante cuidarlas, y para hacerlo la clave es la hidratación.
Las manos están diariamente expuestas al sol, a los cambios de temperatura, al frío, a jabones y productos de limpieza demasiado ácidos para ellas. La piel de las manos es una de la más sensibles.
Cada día, igual que nos ponemos crema en la cara, debemos ponernos crema hidratante en las manos, masajeando todos los dedos, sin olvidar los espacios interdigitales y las uñas.
La mejor forma de secarnos las manos es hacerlo con suaves palmaditas, no frotándolas. Cuando aún estén húmedas nos ponemos la crema hidratante y así sellamos el agua dentro de la piel. Podemos hacer una mascarilla humectante para manos mezclando huevo, miel, aceite de almendras y leche en polvo, Dejamos actuar la pasta 20 minutos y la retiramos con agua fría.
El agua demasiado caliente deshidrata la piel. El mejor jabón, el que menos irrita la piel, es el jabón de glicerina o los jabones líquidos diluidos en agua.
La humedad hidrata y tonifica la piel, por ello si vivimos en un lugar muy seco, es conveniente que usemos un humificador. Si no tenemos, podemos poner vasos de agua sobre los radiadores.
Para lucir unas manos bonitas, es fundamental tener las uñas cuidadas. La manicura, una vez a la semana, no es solo cuestión de estética, también ayuda a tener unas manos sanas.
Los aceites y la vaselina no funcionan como hidratantes, solo actúan como una barrera que impide la salida del agua.
Es necesario exfoliar nuestras manos una vez a la semana. Podemos conseguir una buena crema exfoliante mezclando aceite y azúcar o avena.