Estas
últimas décadas han sido testigos de un rápido crecimiento de la población
mundial. Esto se ha resuelto en que se ponga especial hincapié sobre la
seguridad alimentaria mundial, exigiendo una atención especial de todos, desde
las naciones líderes a algunos de los estados más pobres de la Tierra. Bajo la
influencia del cambio climático,
también ha ido en aumento la hambruna masiva.
En el
período de 1960 a 2000 el número de personas en el planeta se ha duplicado, lo
que llevó al desarrollo de numerosos programas secretos/discretos destinados a
la disminución artificial de la natalidad, patrocinados por grandes empresas
internacionales. Además, la necesidad de aumentar el rendimiento de los
cultivos agrícolas junto
con su resistencia a diferentes bacterias patógenas y a los insectos, se ha
convertido en la base para el desarrollo de productos modificados
genéticamente.
Como se
informó en una publicación reciente de la revista The Age, un microbiólogo
australiano y ganador del premio Nobel Sir Frank Macfarlane Burnet instaron al
gobierno australiano para que desarrollara armas biológicas contra los
"superpoblados países del sudeste asiático" en 1947. Durante una reunión
secreta en 1947 se llegó a la conclusion de "formar un grupo de
investigación encargado de crear armas biológicas que podrían ser utilizadas a
través de la
contaminación de los suministros de alimentos con el fin de controlar la población de
Indonesia y otros países asiáticos”.
Un programa
secreto bajo el nombre en clave Proyecto
Costa fue establecido en 1984 en Sudáfrica por los servicios de
inteligencia de Estados Unidos para perseguir más o menos los mismos objetivos.
Bajo este programa los virus conocidos como Marburg y Ebola fueron
probados en la población negra de Sudáfrica bajo la directa supervisión del Centro para el Control de Enfermedades (CDC) .
Hasta hace
poco, los productos agrícolas han permitido responder a la creciente demanda de
alimentos en el mundo desarrollado, mientras que numerosos experimentos basados en ingeniería genética, crearon nuevos
fertilizantes y pesticidas antes de 1960 que permitieron a las grandes empresas mejorar ligeramente los
rendimientos de arroz, trigo, maíz - que se consumen con mayor frecuencia en
todo el mundo-. Por otra parte, las empresas se las arreglaron para lograr una
caída del 40% en los precios de estos cultivos. Además de los logros antes
mencionados, también permitió que aumentara la ingesta diaria promedio de
calorías en los países desarrollados al nivel de casi dos mil calorías por día
durante las últimas tres décadas.
Sin embargo,
el crecimiento del consumo no constituye un cambio positivo cualitativo en la
obtención de todos los elementos necesarios para una nutrición saludable. Por
desgracia, debemos reconocer que los diversos programas secretos/discretos
destinados a la reducción de la población mundial impulsados por una serie de
países desarrollados se realizan orientados a modificar los productos de una
manera que un cuerpo humano podrá recibir hasta diez veces menos nutrientes y
vitaminas que si se consumieran productos de origen animal y vegetal “originales”,
sin modificación alguna.
Decenas de
estudios de investigación independientes que se han llevado a cabo en los
Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá muestran una dramática caída en las
cualidades nutritivas de los productos que estamos acostumbrados a consumir. En
particular, de acuerdo con un estudio realizado por el Instituto Worldwatch la concentración
de vitamina C y beta-caroteno, junto con con calcio, hierro, fósforo y otros elementos que
son imprescindibles para mantener la vida saludable de un ser humano ha ido
disminuyendo en los últimos años. Para obtener el equivalente nutricional
de las dietas en la década de 1950 en vitaminas y minerals, a día de hoy, una
persona tiene que comer diez veces más frutas y verduras que se solía tomar hace
seis décadas.
Según estudios canadienses que fueron publicados por CTV
News, la caída en la cantidad de vitaminas que estamos recibiendo ha sido tan
dramática que tenemos que comer unas 100 manzanas más que las que se comían en
1960, con las naranjas, hoy la proporción es de 20 a 1.
De acuerdo
con expertos franceses , como resultado de la agresiva mejora vegetal que ha sido
utilizada por algunos países desarrollados, terminamos comiendo frutas
y verduras que
conservan su atractivo visual pero a la vez proporcionan poco o ningún beneficio para
nuestra salud. Por ejemplo, un solo gramo de brócoli, un vegetal que se ha
consumido tradicionalmente en varios países de Europa durante largo tiempo,
proporcionaría a un cuerpo humano con 12,9 miligramos de calcio en 1950, y el
calcio juega un papel importante en la formación de los huesos y los procesos
de coagulación de la sangre. Sin embargo, según el Departamento de
Agricultura de EE.UU. (USDA), el contenido de calcio del brócoli había disminuido a sólo 4,4 mg / g en peso en 2003.
La difusión de los hechos antes mencionados, puede dañar
seriamente los ingresos financieros de los principales productores de alimentos
(sobre todo, en los EE.UU.), ya que invierten recursos considerables para
anunciar productos de dudosa calidaden los
mercados, ya que un "ciudadano medio" no puede permitirse comprar alimentos
saludables ambientalmente saludables, y ahora menos, debido al rápido deterioro
de la situación financiera en el mundo. En cambio, la población continúa
consumiendo alimentos peligrosos, lo que conduce a la amplia propagación de la
obesidad, diversas enfermedades, lo que puede causar que la mitad de todos los
niños se conviertan en autistas en 2025. Este es el resultado directo de las
prácticas peligrosas que se habían aplicado por algunas empresas
estadounidenses, en particular, Monsanto . Por lo tanto, incluso un refresco
normal puede ser extremadamente peligroso para la salud humana.
En estas circunstancias, garantizar la seguridad alimentaria y el establecimiento del control de los alimentos disponibles es imprescindible para salvar a la humanidad de la inminente escasez de alimentos y ser capaz de mantener una población sana en el planeta Tierra.