El País: “Masdar, en Abu Dabi. La más glamurosa de las ecociudades, ha sido diseñada por el estudio de Norman Foster y ha comenzado a construirse. A pesar de sus altas ambiciones —aspira a que el 100% de su consumo energético proceda de energías renovables y asegura que reciclará el 80% de su agua—, sus 50.000 habitantes tendrán que ser millonarios si quieren instalarse en esta urbe de altísimo presupuesto (…) son muchos los expertos que se preguntan cómo se mantendrá una ciudad de esas características cuando se termine el petróleo y el gas cuya venta la está haciendo posible.”.
Lo sé. Ha sido leer el extracto del artículo de El País y has salido escopetado/a a comprar un billete a Abu Dabi. Y a quién no le gustaría vivir en una ciudad sostenible con clima desértico y escasa agua, en un país que evita dudas políticas (no puedes votar), con empleados baratos a los que puedes humillar y hasta condenar a muerte, si se van de la lengua. ¡Y con el 100% del consumo energético por energías renovables! Y si eres mujer, hasta aspirarás a formar parte del harén del príncipe heredero. Velos y desvelos gratis, genial. Viva Lord Norman Foster, ganador del Príncipe de Asturias.
Aunque quizá, raro tú, ni eres millonario, ni te apetece perder el derecho a voto. O lo mismo eres de esas mujeres liberales a las que les disgusta ser discriminadas por ley, y prefieres llevar la cabeza descubierta… ¿Por qué, con lo que te ahorras en peluquería? Vale, exigente, entonces habrá que plantearse cómo fabricar una eco-ciudad más cercana y asequible. Puedes empezar ya mismo, te diremos cómo en tres pasos