En muchos lugares de Las Sagradas Escrituras, se nos habla con claridad de la precisión que debemos tener cuando se nos da la tarea de construir algo para el Señor. Algunos ejemplos de esto se encuentran desde el Éxodo capítulo 6 versículos 14,15, y16 con la construcción del arca de Noé, la construcción del tabernarculo en Éxodo 25, la construcción del templo de Salomón que se narra en el libro de 1ra de Reyes capítulos 5 y 6 y en muchos lugares más. Antes de la construcción de estos, Dios diseñó una serie de planos y normas para la construcción efectiva de los mismos.
En el Nuevo Testamento, Jesús nos da un consejo similar y va más allá de una simple construcción. Él comienza con una comparación de cómo y donde debemos construir. Veamos el pasaje bíblico.
¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa.
Aquí la obediencia a Dios se compara con la construcción de una casa en una base sólida que permanece firme en medio de las tormentas. Cuando la vida está en calma, el fundamento, la base no parece importar. Pero cuando la crisis llega hasta nuestra puerta, nuestras vidas, se prueba cuán fuerte es nuestro fundamento. Debemos de asegurarnos de que nuestras vidas estén construidas sobre la base sólida de conocimiento y confianza en Dios. No nos ahorremos tiempo por no pasar trabajo en preparar las piedras de una base sólida. La base segura para nuestras vidas se construye obedeciendo los mandamientos y reconociendo el mayor sacrificio de la historia humana. Reconociendo que somos pecadores pero Dios nos perdonó con el derramamiento de la sangre preciosa de Jesús en la cruz. Construyamos una vida mejor llena de paz alegría y seguridad aquí en la tierra, para vivir una vida plena en la eternidad. Amén.