Revista Opinión

Consultas a la gente

Publicado el 24 enero 2018 por Jamedina @medinaloera

Consultas a la gente

Políticos y gobernantes en general son reacios a consultar a la gente sobre asuntos de interés público. Normalmente se inclinan por hacer las cosas de acuerdo a su leal saber y entender, que no siempre es el correcto.

Sin embargo, a lo largo de la Historia encontramos algunos políticos interesados por gobernar de acuerdo con la gente, aunque no siempre logren los objetivos deseados.

Hoy me vienen a la memoria dos anécdotas de gobernantes jaliscienses que pensando en la unidad social recurrieron muchas veces a la opinión de los sectores sobre asuntos que consideraron importantes, dejando satisfechos por lo menos a los más interesados en el tema.

Una de Gil Preciado

El profesor Juan Gil Preciado, quien gobernó Jalisco entre los años 50 y 60 del siglo pasado, creyó que era necesario fomentar la lectura entre la población, pues habiendo sido él mismo maestro rural, conocía la importancia de que la gente se aficionara a la lectura.

Alguien lo convenció de que primero había que interesar en ello a los maestros, por lo cual encargó a la Escuela Normal de Jalisco la organización de un concurso de promoción de lectura entre los futuros mentores, con la promesa de entregar un premio especial a quien cuidara mejor los libros. Para ello mandó entregar un paquete de libros a cada alumno.

Llegó el fin de cursos, y un tal Atilano se presentó a reclamar el premio, pidiendo que examinaran sus libros. Era el mismo paquete con la misma envoltura y amarrado con el mismo hilo que le habían entregado el año anterior. Ni siquiera lo había abierto. Ciertamente, eran los libros mejor cuidados. No hubo más remedio que entregarle el premio.

Otra de Álvarez del Castillo
Enrique Álvarez del Castillo, quien gobernó Jalisco por los años 80 del siglo pasado, al iniciar su administración encontró críticas acerca de una fuente de azulejo que su antecesor, el licenciado Flavio Romero de Velasco, había ordenado construir en el patio principal del Palacio de Gobierno.

Don Enrique, muy sensible a la opinión pública, pues su padre, don Antonio, había sido notable periodista, bajó un día de improviso a la planta baja de Palacio donde se encontraban reunidos los reporteros de la “fuente”, y les dijo:

“Hay críticas en el sentido de que esa fuente nada tiene que hacer ahí, y que debo demolerla, pero a mí me gustaría conocer la opinión de ustedes, que representan a la opinión pública”.

No hubo quien ignorara la estrategia del gobernante, por lo que no faltó quien dijera: “Mire don Enrique, con tal de que no nos quite La Fuente de Pino Suárez (la cantina más antigua de la ciudad, ubicada a una cuadra de Palacio), puede hacer con esa de azulejo lo que quiera”.

Y así lo hizo: demolió la fuente de azulejo en un día sin el menor problema.

Moraleja
En cualquier asunto de interés público delicado es recomendable que el gobernante consulte la opinión de los demás, especialmente de los expertos y de los más interesados en el tema.

javiermedinaloera.com

Artículo publicado por el semanario Conciencia Pública en su edición del lunes 22 de enero de 2018.


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