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EL PODER CUANDO QUIERE ES ANONIMOHemos sobrepasado todos los límites y no nos hemos dado cuenta de que para ello hemos tenido que contaminar nuestro propio yo, lo que se manifiesta en enfermedades desconocidas por nuestros antepasados y que conocemos como "de la civilización". Ciertamente, algunas de ellas están producidas por los contaminantes físicos y químicos que nos rodean, pero otras, como el estrés, se deben a la rotura del equilibrio personal ya que estamos rodeados de ambientes agresivos y de ritmos trepidantes. Tanto impacto contaminante (ruidos, prisas, plásticos, detergentes, cremas...) impide el desarrollo armónico con las personas y el ambiente que nos rodea.
El individuo queda indefenso y lo acepta como normal ante tanta agresión. Quien contamina lo hace porque puede y porque establece un dominio sobre la salud de los demás. Se trata de un poder total que se ejerce sobre un medioambiente que condiciona la vida de las personas con una irresponsabilidad absoluta. La concentración de capitales y la rotura de la biodiversidad bajo el concepto de la globalización beneficia a quienes tienen el poder de los medios de producción, de la energía y de las tecnologías.
El poder contamina, pero no solo el medio ambiente y acrecienta la huella de carbono que se deposita sobre el planeta. También lo hace sobre la salud física y síquica de los individuos que se ven sometidos a las llamadas "enfermedades de la civilización".