Si hay algo que les guste a mis hijos es que les cuente cuentos, uno detrás de otro o el mismo una y otra vez. Como tantas y tantas madres y padres intento hacerlo siempre que tengo la oportunidad, sea la hora que sea y estemos en el lugar que estemos, porque un cuento es un cuento y no necesita horas para ser contado ... O ¿SÍ?.
¿Es necesario tener una hora del cuento? ¿No sería mejor que el cuento surgiera en cualquier momento y lugar, sea cual sea la situación en la que nos encontremos?
¿Por qué nos empeñamos en "agendar" la imaginación, poniendo lugar y hora al relato de cuentos e historias? ¿Es por la falta de tiempo, por falta de ganas o acaso de imaginación? ¿Es mejor contar un cuento antes de acostar a nuestros hijos o hay otra hora en la que debamos hacerlo?¿Por qué los padres no recuperamos el arte de contar cuentos e integrar los relatos en todos los aspectos de la vida familiar tal y como hacían nuestros antepasados cuando la tecnología no nos robaba todo el tiempo y la imaginación? Y que quede claro que no tengo nada en contra de la tecnología, yo misma la uso con finalidades bien distintas.
Estas y otras muchas preguntas se me plantean cada vez que leo y releo sobre la importancia de contar cuentos a nuestros hijos y me doy cuenta de que quizás hablamos mucho de ello pero lo practicamos menos de lo que nos gustaría.
Contar cuentos a nuestros hijos, nietos, sobrinos o alumnos es un acto de amor, un acto de transmisión de valores, de emociones, de conceptos abstractos y otros de más concretos. Contar cuentos o historias, propias o heredadas, cuentos clásicos o modernos, vivencias personales o inventadas es un acto generador de ilusiones que pone en marcha la imaginación tanto de quien los relata como de quien los escucha.
Y para contar cuentos no debemos ser grandes expertos, solo debemos ser nosotros mismos y dejarnos llevar. En cualquier lugar hay una historia que contar. Todos somos capaces de inventar un cuento sobre cualquier cosa estemos preparando la cena, pasando la mopa o duchando a los peques. Los platos pueden formar parte de un maravilloso relato donde cada uno puede proceder de lugares diferentes, la ducha puede convertirse en una cascada o la mopa en un simpático monstruo come polvo ... solo debemos estimular nuestra imaginación.
Cualquier lugar es bueno, cualquier hora es perfecta, los cuentos y las historias nos ayudan a mejorar la comunicación con nuestros hijos. No le pongas una hora concreta y cuenta cuentos donde sea.
Foto cortesía www.photl.com