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“Contar historias que no existen”. Entrevista a Rosell Meseguer

Por Nicola Mariani @nicola_mariani
marzo 27, 2014Posted in: Entrevistas, Por Nicola Mariani

Pasado y presente, historia y memoria, realidad y ficción: son sólo algunas de las dicotomías, aparentemente inconciliables, que Rosell Meseguer (Orihuela, Alicante, 1976) plasma y combina en sus obras. Su trabajo, de hecho, consigue condensar en imágenes fotográficas ambiguas y objetos polisémicos, como cuadernos o libros de artista, una dimensión poética “tercera”, donde lo universal y lo íntimo, lo documentado y lo imaginado, lo procesual y lo material no se excluyen mutuamente, sino que al contrario conviven ampliando el campo de la experiencia estética y perceptiva del espectador.

Son, sus obras, ventanas cognitivas sobre un tiempo y un espacio “otros”, donde lo que pasó en el pasado se visualiza en el presente así como podría haber sido conocido hoy en día si hubiese sucedido de otra manera, o si se hubiese contado diferentemente. Como afirma la misma artista, su trabajo consiste en contar “historias que no existen”, o “que pudieron existir”.

Con motivo de dos exposiciones simultáneas en torno a su último proyecto, Mc City, que se pueden ver actualmente en el Centro de Arte de Alcobendas y en la galería Juan Silió de Santander, hemos entrevistado a Rosell Meseguer. Con ella hablamos en profundidad de este proyecto; de cuáles han sido sus motivaciones y de cómo se ha desarrolado concretamente. Así mismo hablamos, entre otras cosas, de su personal metodología de trabajo, de sus referencias artísticas y de sus próximos proyectos. Agradecemos a Rosell por su gran disponibilidad y por esta entrevista, tan jugosa e interesante, que os proponemos a continuación. Buena lectura.

“Contar historias que no existen”. Entrevista a Rosell Meseguer

Rosell Meseguer, Cuaderno Gold Fibre “Conversaciones con Gean Moreno & Adler Guerrier”. 2010-2014. Collages sobre papel. 24 x 30 cm. Cortesía: Rosell Meseguer.

Entrevista a Rosell Meseguer

Empecemos por Mc City, tu último proyecto, que estás exponiendo actualmente en dos muestras simultáneas, en el Centro de Arte de Alcobendas y en la galería Juan Silió de Santander. Viendo la exposición de Alcobendas, me acordé de las líneas con las que el sociólogo George Ritzer cierra su célebre libro La McDonalización de la sociedad. Decía, más o menos, Ritzer que su esperanza es que seamos capaces de resistirnos a este proceso global y que, en su lugar, podamos construir un mundo más razonable y humano. ¿Hay, en la intención de tu discurso formal, una visión explícitamente crítica del proceso de “mcdonalización” (asimilable de alguna manera a la de Ritzer) o es, la tuya, una propuesta exclusivamente poética y plástica?

En el término Mc City hago un guiño a las problemáticas que comentas, haciendo alusión al término Mc Mansion: casa de lujo, muy grande en proporción a la parcela o incongruente al barrio donde se ubica. En su texto Thirteen ways to look at the landscape nursery, los artistas miamenses Gean Moreno y Ernesto Oroza hablan de lo que ellos denominan la pre-city, en la que claramente su manera de hablar sobre la ciudad de Miami es extrapolable a las problemáticas de la globalización que hoy en día sufren otras ciudades del mundo. Este texto ha sido intervenido por unas fotografías mías de diversas ciudades americanas y europeas y es el inicio de la muestra en la galería Juan Silió. El texto también forma parte de mi cuaderno de ideas Conversaciones con Gean Moreno y Adler Guerrier, cuaderno con el que inicié el proyecto Mc City en Miami en el 2010, expuesto en el Centro de Arte de Alcobendas.

¿Me podrías hablar de las dos exposiciones de Mc City? ¿Cómo se articulan respetivamente? ¿En qué se parecen y en qué se diferencian?

Ambas exposiciones desarrollan el mismo proyecto. En el Centro de Arte de Alcobendas la muestra es fundamentalmente fotográfica, con piezas muy pequeñas (20 x 30 cm) y grandes fotografías (120 x 150 cm), siendo el hilo conductor el cuaderno Conversaciones con Gean Moreno y Adler Guerrier; un colorido libro cuadriculado americano con recortes, collages y frases vinculadas al tema, cuadernillo del cual se extraen las primeras ideas materializadas en las tomas fotográficas. En la galería Juan Silió se incluye el “libro europeo”, una pieza única formato libro con cuadrícula europea –Din-A4-, en blanco y negro y como resumen del proyecto que se ha ido construyendo en estos últimos cuatro años. En la galería, destacan una serie de piezas sobre papel de grandes dimensiones (108 x 300 cm), entre ellas Archivo de prensa -negro-, una gruesa capa de papel formada por acumulación de papeles de prensa, que se van amontonando como capas de información sobre la ciudad, su espacio y aquellos que la habitan.  Toda esta masa de papel ha sido “enterrada” visualmente por una capa de pigmento negro humo, como si se tratara de los restos de la quema de estos documentos y su “invisibilización”. Un no ver en el exceso de información.

Rosell Meseguer, Archivo de prensa -negro-. 2014. Collage. Cortesía: Rosell Meseguer.

Rosell Meseguer, Archivo de prensa -negro-. 2014. Collage: papel de periódico, cianotipia, gelatina de plata sobre papel vegetal, acrílico y negar humo sobre papel de acuarela. 113 x 150 cm. Cortesía: Rosell Meseguer.

En la muestra de Alcobendas me ha llamado la atención  el montaje de una fotografía de gran formato colgada, en vez que sobre la pared blanca, delante de la pared de cristal de la sala. De esta manera has conseguido activar un diálogo plástico e ideal entre dos lugares tan lejanos como el de la ciudad de Miami, que se ve representado en la fotografía, y los edificios de Alcobendas, que se ven desde el cristal. Es como si tu obra fuese un puente espacio-temporal que pone el espectador frente a la universalidad de la “mcdonalización” de las ciudades (e incluso de la especulación edilicia). ¿Estoy exagerando con mi interpretación? ¿Me puedes hablar de cómo has concebido el montaje de la muestra en general y de dicha obra en concreto?

Efectivamente se trataba de generar un diálogo entre un edificio de Miami, cuya forma y color dialoga con el muro de cemento del propio museo, y los edificios que quedan al fondo del mismo, poniendo en evidencia las diferencias pero también las similitudes de esas problemáticas de la ciudad, desde los denominados Half way building o edificios a media construcción, la rehabilitación de las viviendas o la recuperación histórica de algunas construcciones tradicionales.

¿Cuánto has tardado en llevar a cabo el proyecto Mc City y cómo se ha desarrollado el proceso?

El proyecto nace en el 2010, a partir de la invitación que Eneas Bernal y Marta Soul me hacen al proyecto Lugares de Tránsito, con apoyo del AECID y coordinación de Hablar en Arte. Durante diciembre de aquel año trabajo junto al artista haitiano Adler Guerrier, quien vive desde hace más de una década en la ciudad. Es con él, y junto al comisariado de Gean Moreno, que se va articulando el proyecto. En este primer contacto nace el cuaderno del que anteriormente hablé: Conversaciones con Gean Moreno y Adler Guerrier, donde se plasman las primeras ideas. Regreso en el 2011 a Miami y este abril volveré a estar en la ciudad durante un mes para continuar con algunos aspectos ya trabajados y la realización del proyecto Radio Miami, junto al artista cubano Glexis Novoa.

“Contar historias que no existen”. Entrevista a Rosell Meseguer

Rosell Meseguer, Cuaderno Gold Fibre “Conversaciones con Gean Moreno & Adler Guerrier”. 2010-2014. Collages sobre papel. 24 x 30 cm. Cortesía: Rosell Meseguer.

Rosell Meseguer, Opa-locka. Flea Market. 2014. Cortesía: Rosell Meseguer.

Rosell Meseguer, Opa-locka. Flea Market. 2014. Fotografía B&N sobre papel de algodón. 120 x 150 cm. Cortesía: Rosell Meseguer.

Rosell Meseguer, Hialeah III. 2014. Cortesía Rosell Meseguer.

Rosell Meseguer, Hialeah III. 2014. Fotografía color sobre papel de algodón. 120 x 150 cm. Cortesía Rosell Meseguer.

En tu trabajo siempre das mucha importancia al proceso de investigación, que, como dijiste en una entrevista, acaba convirtiéndose en parte de la obra misma. ¿Crees, en este sentido, que el proceso y la formalización se encuentran en una relación horizontal e igualitaria como elementos del conjunto de la obra, o sigue habiendo una jerarquía (o, por decirlo de alguna manera, una relación instrumental) entre el proceso y el momento culminante de la formalización final?

En mi caso el proceso quedaba plasmado en cuadernos y libros, el cambio se produjo en la construcción del Archivo Tamarugal, recientemente adquirido por el CA2M, un diálogo entre la minería del sureste español en contraposición con las mineras del Pacífico (Chile, Bolivia y Perú). El archivo es expuesto físicamente en una pared fuera de libros y vitrinas y esta idea se mantiene en la construcción del archivo para el proyecto OVNI Archive. Entonces en este cambio hay un paso de lo procesual como recorrido hasta la obra final a lo procesual como parte de la obra.

¿Cómo suele surgir la idea para un proyecto artístico que empiezas?

La prensa escrita es tal vez una de mis mejores fuentes. En la construcción de la idea es fundamental la relación de pasados y presentes y siempre una pizca de experiencias vividas. El desarrollo de proyectos en varios años posibilita el diálogo entre documentos que voy adquiriendo durante el periodo de creación.

¿Sigues una metodología de trabajo específica y rigurosa?

Hay una metodología, pero también espontaneidad y cierto margen de sorpresa. Atendiendo por ejemplo a las construcciones de archivos, el mismo se va componiendo y variando según el espacio donde se instale, se trata de una pieza en continuo proceso. En las investigaciones sobre determinados espacios o lugares, las primeras visitas no están totalmente cerradas y dejo que haya cierto margen de desconocimiento del lugar, después investigo más a fondo y regreso al lugar con mayor información y por lo tanto con una mirada diferente; es esencial que esa primera “visita” tenga cierto carácter de encuentro con lo desconocido.

Rosell Meseguer, Instalación procesal. 2014. Collage. Cortesía Rosell Meseguer.

Rosell Meseguer, Instalación procesal. 2014. Collage. Cortesía Rosell Meseguer.

En otra entrevista dijiste que sueles trabajar en dos espacios: el taller “limpio”, donde trabajas a nivel más teórico, con el ordenador, manejando documentos, archivos etc., y el taller “sucio”, donde te dedicas al trabajo más plástico. Me gustaría que me hablaras un poco más de esta dualidad de tu trabajo. ¿Cómo se reparte tu trabajo entre el espacio “limpio” y el “sucio”? ¿En qué medida te dedicas al uno y al otro?

Me gustaría tener más tiempo para el taller (como bien dices el taller sucio), pero dedico más tiempo al estudio por cuestiones vinculadas a nuestro tiempo. Ambos espacios se complementan, el trabajo teórico toma forma plástica en el taller y desarrolla aspectos necesarios en la creación de las obras.

¿Cómo vives la relación entre herramientas creativas analógicas y digitales?

Vendrían a ser la metáfora de uno de los temas que más trabajo: hablar del pasado en el presente, o entender el presente gracias al pasado y ahí es donde lo analógico y lo digital forman un tándem maravilloso, porque explican a nivel formal muchas de estas cuestiones. Es fundamental en mi obra cómo las ideas se materializan, qué material traduce o habla mejor de la idea, como si ambas fueran un todo, y la idea hablara de la materia y esta del concepto.

¿Cuáles han sido tus principales referencias, a nivel artístico, durante tu periodo de formación y cuáles son actualmente?

Creo que la primera conexión con el arte contemporáneo más potente que tuve en mi adolescencia fue en la muestra Cocido y Crudo, realizada en el Reina Sofía. Anteriormente ya había estado en otros museos o ferias como ARCO, pero esa exposición supuso un antes y un después para mí. Hay por otra parte una intensa relación con el cine y la música, en el proyecto OVNI Archive ha sido fundamental.

Actualmente vives entre Madrid y Santiago del Chile. ¿Cómo crees que está influyendo esta circunstancia en tu actividad creativa?

Es realmente dual, porque son dos mundos muy diferentes, en extensión y comprensión del espacio (lo concreto y abarcable con la inmensidad), en historia (lo viejo frente a lo nuevo o por construir)… Esta situación me ha ofrecido la oportunidad de ver las cosas de otra manera, es como redescubrir cada mundo en el otro en lo similar y en lo diferente.

Rosell Meseguer, Thirteen ways to look at a landscape. 2014. Cortesía Rosell Meseguer.

Rosell Meseguer, Thirteen ways to look at a landscape. 2014. Papel de periódico, fotografía color y adhesivo. 60 x 45 cm. Cortesía Rosell Meseguer.

En su libro Materializar el pasado, Miguel Ángel Hernández Navarro habla de tu trabajo como de una práctica artística que de alguna manera se sitúa en un lugar intermedio entre la memoria y la narración oficial, para contar una historia alternativa, o paralela; deconstruyendo los modos tradicionales de contar la historia y evidenciando su artificialidad. ¿Te identificas con esta interpretación? ¿Te sientes un poco historiadora, o quizás arqueóloga, o socióloga en lo que haces?

“Arqueóloga”, aunque haya aspectos históricos y sociológicos en ese contar “historias que no existen” o que pudieron existir. Los arqueólogos descubren en el presente elementos de un pasado del cual deben dudar; hay una experiencia física y práctica en esa búsqueda. Los historiadores y los sociólogos trabajan en un campo fundamentalmente teórico. En mi caso la teoría y la práctica van juntas.

¿En qué estás trabajando actualmente?

Hay un proyecto que nació como idea sobre la invisibilidad, en una conversación con mi hermano, que es ingeniero. Este tema estaba latente en el proyecto OVNI Archive, y en estos momentos estoy desarrollando el mismo. Hay cerradas dos muestras para España y Chile el año que viene con respecto a este proyecto.

En la introducción del libro Mc City, que se ha publicado en ocasión de la exposición de Alcobendas, escribes: “todo es realidad pero parece una ficción”. ¿Podría ser, ésta, una descripción válida para nuestra época actual?

Parece un “todo es mentira”. Si lo llevo a mi obra todo es real, pero el montaje y la visualización de estos elementos generan una sensación de irrealidad, una ficción que atrae y aterra. Esta sensación me hace pensar en los románticos y ese mundo inmenso por conocer, un cuadro de Friedrich, donde la persona es sólo un minúsculo punto en el gran océano de mar y tierra.

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