Desde hace más de una semana, las masivas protestas estudiantiles pro democracia en Hong Kong, continúan aparentemente, sin ninguna solución a la vista. Con la perspectiva que el actual pulseo entre el gobierno y la oposición china terminará en conciliación.
La periferia territorial China suele ser un lugar conflictivo para quienes desean vivir vidas independientes. Taiwán ha participado de una guerra fría por más de medio siglo. Tíbet no pudo resistir una invasión militar y cultural. La enorme provincia musulmana de Xinjiang incluso aloja un movimiento independentista. El rico enclave de Hong Kong no podía ser una excepción.
Los manifestantes que en estos días piden elecciones sin candidatos digitados por Beijing reclaman un grado de democracia nunca vista en la antigua colonia británica ni en el status de región especial china iniciado en 1997. El pedido está poniendo a prueba la flexibilidad de las partes, ambas con mucho que perder en una confrontación violenta.
China reconoció desde un principio que su mejor opción era dejar que Hong Kong siga siendo el centro capitalista del mundo. En cuanto a Hong Kong, es una sociedad que logró conservar buena parte de su estilo de vida practicando el pragmatismo y la flexibilidad frente a sus amos de Beijing. Estos por su parte aceptaron ejercer su poder tras bambalinas, entendiendo que una modernidad sin tropiezos en Hong Kong es el mejor negocio también para China continental.
Es por ello, que a la corta o a la larga, se vislumbra como una única solución a este conflicto, una salida negociada. Recordemos que la paciencia, es una valiosa característica de la cultura oriental.
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