Contra

Como estoy hasta las narices, vuelvo a escribir la entrada que he escrito siempre. En esta ocasión pretendiendo ser más claro y contundente que de costumbre. Desde el título y sin preámbulos; para que nadie interprete ni lea entre líneas, aunque cada uno haga la interpretación que le venga en gana.

Dicen que contra es una preposición, pero hoy se antoja una proposición necesariamente democrática. Hoy, como ayer, como todos los días, escribo contra todos los profesionales del insulto, contra esos que espolvorean insultos con la facilidad de quien pesca en esteros. Contra esos que abundan en los partidos, en casi todos los medios y en las redes sociales. Escribo, también, contra todos los salvadores de todas las patrias; contra esos expendedores de etiquetas, autenticidades y esencias. Contra esos patriotas de banderas que siguen trazando fronteras, como si las existentes no fueran suficientes.

Escribo contra esos que, como los perros de Pavlov, tienen automatizado el acto reflejo, acción reacción, y, a cada pregunta siempre tienen su letanía monocorde como respuesta, venga o no al caso. Ya sabes, pregunta lo que quieras que responderé lo que considere. Contra esos programas de entretenimiento que llaman de "debate político" y que siempre cuentan con un par de cómicos para fijar audiencia. Contra todo político convertido en monologuista, contra los medios que les dan cobertura y contra cada uno de nosotros cuando nos molestamos o irritamos ante las pantomimas de unos y otros.

Contra esos individuos que no dudan nunca, que todo lo tienen claro y son incapaces de admitir el más mínimo error propio pero que saltan como posesos cuando atisban el más mínimo en otros.

Contra aquellos denunciantes del bipartidismo que ahora persiguen el bipartidismo perfecto y apelan al voto útil. Contra esos que henchidos de suficiencia y soberbia nos advierten alertados: ¡Que viene el coco!, para seguir ellos haciendo lo que hicieron siempre.

Contra quienes invocan a la patria sabiendo que nada hay que le guste más a un patriota que observar que la patria está en peligro para convertirse, mediante el voto, en soldado del ejército de salvación. Saben que al grito de ¡vienen los rojos! -el término rojo se puede sustituir por: comunistas, socialistas, radicales, bolivarianos o cualquier otro despectivo-, no habrá patriota que deje de emitir su voto. Por supuesto, escribo también contra quienes llegando las elecciones votan a toque de corneta.

Contra esos que nos dijeron que no podíamos vivir por encima de nuestra posibilidades, ni gastar más de lo que ingresamos y resulta que son unos despilfarradores. Contra la ignorancia de quien afirma que el trabajo fijo era cosa del siglo XIX, ¿Conoce el presidente de la patronal cómo vivían y cuáles eran las condiciones de laborales durante el siglo XIX? Siempre se dijo que la ignorancia era muy osada. Joan Rosell, por ejemplo.

Contra este gobierno por presumir de estar en cabeza en la Unión Europea en la crisis de los refugiados, cuando su actitud ha sido y es una auténtica vergüenza. También contra todos esos malversadores del lenguaje que, por ejemplo, llamamos refugiados a quienes no tienen refugio.

Contra mí mismo, por seguir indignándome ante tanta estupidez, simpleza y no dejar de escribir el mismo post de siempre.

Es lunes, escucho a Houston Person:

Algunos post interesantes: El arte de la resignación Sorpasso y Programa común $O$, vamos al abismo. El Titanic se hunde, pero hay solución

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