En comparación con los dos años precedentes, en 2014 Espectadores acorta el descanso que suele tomarse alrededor de las Fiestas pero, atención, sin retomar la frecuencia de actualización habitual. En otras palabras, el blog arranca a media máquina, un poco debido a la pachorra que el verano inocula en la mayoría de los mortales, otro poco porque los cortes de luz que alteran nuestra vida cotidiana hace semanas también atentan contra el cumplimiento de un cronograma de publicación online (casi) diaria.
El malestar porteño originado en la combinación de las temperaturas elevadas con las brutales interrupciones del servico eléctrico inspiró la selección de la foto que ilustra este post. En las antípodas de las postales de temporada que resaltan las virtudes paradisíacas de la playa, la imagen elegida ilustra el contexto de este reinicio de actividad blogger.
Durante su descanso navideño, quien suscribe vio Gravedad de Alfonso Cuarón, Rush de Ron Howard, El lobo de Wall Street de Martin Scorsese y La vida de Adèle de Abdellatif Kechiche. La primera no le gustó nada (el realizador mexicano la desencanta cada vez más); la segunda la sorprendió para bien (hasta la reconcilió con Chris Thor Hemsworth), la tercera y cuarta le gustaron mucho (el largometraje del realizador franco-tunisino, muchísimo).
La administradora de este blog también leyó Una confesión póstuma de Marcellus Emants, libro que enseguida llama la atención por tres datos preliminares: la nacionalidad holandesa del autor (¿qué sabemos, la mayoría de los argentinos, de literatura holandesa?); la fecha de publicación de la obra (1898); la historia de la traducción al castellano (la editorial responsable, Fiordo, pulió el trabajo del compatriota Diego Puls con los mismos retoques que el sudafricano John Maxwell Coetzee le hizo a la prosa original cuando la tradujo al inglés décadas atrás).
Cuando se publiquen, las reseñas correspondientes a las cuatro películas mencionadas y al libro de Emants inaugurarán concretamente esta atípica y atribulada temporada de verano. Hasta entonces, el presente post se limita a anunciar las ganas de retomar el contacto con los lectores que, como Espectadores, dieron por terminado su descanso navideño y encuentran en este espacio una suerte de refugio contra el -muy porteño- malestar estival.