Nos sentamos o nos mantenemos en pie, en una postura confortable, sin tensar mucho los músculos de las nalgas, la barriga ni las piernas. Nos imaginamos que estamos controlando un principio de diarrea presionando el esfínter del ano. Realizamos este ejercicio varias veces, hasta que dominemos el movimiento.
Nos sentamos en la taza del retrete; intentamos orinar y cortamos el flujo repentinamente presionando el esfínter de la orina. Realizamos esta operación, también, hasta que sintamos que controlamos el movimiento.
Una vez identificamos los músculos que controlan la orina, vamos a realizar el siguiente ejercicio, de pie, sentados o en la cama. Oprimimos primero unos músculos, luego otros y luego ambos a la vez. Contamos hasta cuatro lentamente y nos relajamos. Lo repetimos cuatro veces cada hora durante el día y, si es posible, continuamos haciéndolo durante tres meses.
Depende de cómo se manifieste la incontinencia urinaría, por ejemplo en ancianos que tienen problemas para desplazarse por sí solos al baño, se puede disponer de una silla con orinal incorporado e instalada en la habitación. Para los hombres el problema se puede subsanar usando un tipo de mecanismo sujeto al pene, con un asidero disimulado en la pierna del pantalón. Las personas que deben permanecer en cama pueden usar orinales o botellas.
Como alternativa se pueden usar bragas protectoras, compresas, fundas impermeables para los colchones, orinales especiales, desodorantes... Es un engorroso problema, pero buscando podemos encontrar solución.
Antes de desembolsar la fortuna que cuestan los instrumentos o aparatos auxiliares, es recomendable asegurarse de si podemos conseguir ayuda por medio de algún centro social o de salud.
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