Pregunta: Muy interesante, y muy raro ya que siempre las "demostraciones" [de las apariciones marianas] son limitadas, algunos creen, otros dudan, o sea que quedamos igual que siempre. Eso es lo que quiere la Virgen? (esta pregunta está motivada por el artículo "Nuestra Señora de las Rosas")
Respuesta: Normalmente las personas deseamos tenerlo todo claro, entendido y sin cabos sueltos. Si algo no entendemos, o se sale de los esquemas establecidos, ya nos desconcierta y lo vemos sospechoso. Sin hablar de si algo se contradice, o aparentemente lo hace. Las apariciones marianas no son una excepción a esto y, precisamente, yo creo que es ahí donde se muestra su autenticidad. Intentaré explicarme, y todo es opinión mía malamente expresada, espero me entiendan:
En toda la Revelación Cristiana hay una constante contradicción entre la voluntad Divina y lo que los humanos pensamos “sería lo mejor”. Si no, miremos el Evangelio: Más de una vez Cristo pide a los apóstoles que no contasen algún milagro realizado, cuando “lo mejor” habría sido que fuera contado y más gente lo supiera. Y cuantas veces no hemos pensado nosotros como los que le gritaban en la Cruz “baja de la cruz y demuestra que eres el Hijo de Dios”. Y no es un insulto, ni un grito de burla, aunque sea irónico. Más de uno de nosotros ya querría que así hubiese sido: Cristo, en medio de resplandores, ángeles y alguna que otra parafernalia (más urdida por mentes fantasiosas que por Dios), bajando de la cruz y confundiendo a sus verdugos, y luego convirtiéndolos. ¡que bien, que ejemplar, pero que poco “divino”! Es el constante tironeo del Evangelio, de la historia de la Iglesia, de la historia personal de cada uno entre fuerzas encontradas de lo que es y lo que “yo querría que hubiera sido”, o lo que “así habría estado mejor”.
Con las apariciones marianas pasa lo mismo: afortunadamente y como dices “quedamos igual que siempre”. ¡Claro que es así, quedamos a merced de la fe! La fe cristiana es un riesgo, es una aventura y las certezas son mínimas; por no decir una sola: Cristo nos ha salvado, las demás “certezas” son concomitantes y consecuentes de esta. Cuanto habríamos querido que en Fátima, María hubiera sido vista por todos y cada uno de los milagros pedidos, hubieran sido concedidos. O que el milagro del sol hubiera sido más patente (más aún!). ¿Es que así habrían creído más? ¿O habría actuado Dios con más claridad?
Y el rosal no floreció.
Es conocidísima la anécdota sobre Lourdes, donde el párroco pide a Santa Bernardette (16 de abril), que la Señora hiciera florecer el rosal de la gruta, como signo de milagro. ¡Que bien hubiera sido, que bonito! Pero no pasó. Este suceso llevó a dudar hasta el final de su vida a la Superiora del convento donde Bernardette pasó sus últimos tiempos. Preguntada sobre los sucesos, contestaba “pero el rosal no floreció”. Y así somos todos. No resultó como pensamos sería mejor y, sin embargo, esta buena mujer, pasó por alto siempre que ese mismo día sucedió algo más grande aún, que lo efímero de un rosal: de la tierra reseca brotó el manantial cuyas aguas sanan a miles de personas. ¿Qué dura más, qué tiene más efectos beneficiosos; unas rosas, o un manantial?
Voz silenciada por la Palabra
Las apariciones de la Virgen de la Medalla Milagrosa (27 de noviembre, en la imagen), muchas veces no tenidas suficientemente en cuenta, entran también en esta dinámica de “contrarios”. Se hicieron famosas las apariciones, las medallas se repartieron a miles, las historias sobre la vidente se hacían famosas y las mismas hermanas de hábito de Santa Catalina Labouré (28 de noviembre) nunca supieron que era ella quien había recibido las apariciones, incluso las hubo decepcionadas por ser aquella hermana tan "simplona” la receptora de los mensajes. ¿Por qué? Como pretende Dios propagar un mensaje acallando expresamente al mensajero?
Yo, realmente, prefiero quedarme “igual que siempre”. Por lo que conozco y lo que he comprobado, mientras una realidad divina o un simple hecho religioso tiene más necesidad de ser explicado, mas “claro” y evidente, tiene más posibilidad de ser más falso y tener su origen en elucubraciones de sesudos. No deseo sean tan claras las apariciones marianas, ni las aprobadas, ni las otras, porque así se parecerían más a las falsas; las llenas de mensajes apocalípticos, de castigos y amenazas.
En fin, dejemos que el rosal florezca, si Dios quiere…