Revista Opinión
Como sabeis, por lo que escribo en este blog, siempre he sido muy crítico con la izquierda latinoamericana populista. Recientemente me ha venido una llamada de atención con un líder sindicalista que está siendo objeto de persecución en Venezuela. Se trata de Rubén González ante el que se le ha iniciado una campaña de criminalización y hostigamiento por ser dirigente sindical de Ferrominera. González se hizo conocido cuando, tras la realización de una huelga en la compañía estatal de producción y exportación de mineral de hierro por la exigencia de pago de deudas laborales y cumplimiento de la contratación colectiva, fue detenido en septiembre de 2009 pasando 14 meses en prisión. El 28 de febrero de 2011 fue condenado a 7 años y 6 meses, una sentencia que despertó una creciente movilización de repudio que motivó a su anulación, permaneciendo el dirigentes indical obligado a presentarse periódicamente en tribunales a la espera de un nuevo juicio.El pasado 9 de junio durante una asamblea extraordinaria en la empresa, en un hecho confuso, resultó asesinado el trabajador Renny Rojas. Aunque testigos han identificado al autor material del crimen, por parte del gobierno regional bolivariano, así como de sindicalistas "amarillos", le acusan a Rubén González de la autoría intelectual del homicidio. Ante Rubén González el gobierno ha desplegado diferentes estrategias para controlar, desde arriba y desde afuera, al sindicato en una muestra más de la injerencia estatal dentro de las funciones inherentes a la libertad sindical.Lo paradójico de esta situación es que González es miembro del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el partido de gobierno; sin embargo es un férreo defensor tanto de la autonomía de los sindicatos como de su acción en defensa de los derechos de los trabajadores y trabajadoras, postura honesta que lo cataloga como enemigo para quienes, desde un gobierno autoproclamado revolucionario, adelantan una ofensiva antiobrera y utilizan a las organizaciones gremiales para acumular privilegios de todo tipo. Rubén González se ha convertido en un símbolo de la refundación del sindicalismo venezolano, denunciando que en Venezuela cada año el 30% promedio de inflación se come las migajas de aumentos decretados unilateralmente por el Ejecutivo. La paralización de la contratación colectiva en el sector público, y una progresiva flexibilización de las condiciones laborales, enmascarada en subterfugios como la promoción por decreto de cooperativas que reemplazan a trabajadores y trabajadoras con estabilidad y beneficios laborales, han ocasionado que la masa asalariada sea el sector que más protesta en Venezuela, un país con una conflictividad creciente que registra más de 10 protestas diarias, de las cuales 4 son por condiciones de trabajo. Si quereis más noticias de esta realidad de la izquierda sindical venezolana podeis contactar con fuentes como el Periódico El Libertario o en La Bataille Socialiste.