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Ahora que el invierno ha enseñado los dientes y ha pasado un tiempo prudencial desde las campanadas de Nochevieja les hablará, en frío, de la polémica del vestido de Cristina Pedroche. O antivestido.
Días después de que la humorista dejara entrever sus bragas en directo, la actriz Marta Torné hacía lo propio solidarizándose en Hable con ellas. Idéntico diseño, escándalo en color azul. Pues qué quieren que les diga. Este es el tipo de contradicciones que le ha tocado vivir como mujer del Tercer Milenio.
Por su amplia experiencia en televisión sabe positivamente que nadie impone nada. Y que la última palabra sobre si se lleva o un modelito u otro, a pesar de los patrocinadores, es de la presentadora. Ella jamás ha llevado algo que no le gustara o que le hiciera sentir incómoda. Porque las manías no las curan ni los médicos ni la estilista Gloria de Pablo.
Marta Torné (izq) y Cristina Pedroche con el vestido "Medusa", de Charo Ruiz
Dicho esto, si Pedroche decidió aparecer semi en bolas en las campanadas mientras su partner Frank Blanco llevaba smoking, pajarita y camiseta de felpa, si le apuran, fue su elección. Cristina Pedroche es una vedette. Una vedette con dos carreras, por cierto.
Aunque lo parezca la decisión de quién presenta unas campanadas no es baladí. Era su momento. Y decidió dar la campanada. La televisión es así. Es parte del espectáculo. ¿Iban más cubiertas, acaso, el resto de presentadoras de las otras cadenas?
Ahora, hablemos de la vida real. ¿Cómo iban, señoras, vestidas para celebrar la Nochevieja? ¿Llevaban tacones, vestido y medias mientras sus parejas iban abrigadas hasta la médula? Ya le parecía.
A veces la televisión no hace más que reflejar las contradicciones de la sociedad esquizoide en la que vivimos. Una sociedad que exige recato a las presentadoras, reclama ofensa ante el piropo y perplejidad cuando un caballero nos abre una puerta.