Batista, antes y después de la goleada 4-1 a España -un empujón significativo en su campaña proselitista, sin duda alguna-, siempre reclamó que la posibilidad de su asunción definitiva siempre fuera evaluada en torno al trabajo elaborado y no a los fríos resultados cosechados en amistosos. Por el otro lado, Bilardo, fortalecido de poder después de Sudáfrica, se mostró antagónico a esa postura: “Depende de los resultados. Si ganás, esta todo bien. Y si perdés hay que salir por la puerta de atrás. En los programas de TV, por ejemplo, lo que vale es el rating”. Paradojicamente, parece que ni el contundente cachetazo al campeón del mundo sirvió para que el pragmático Narigón mostrara alguna señal positiva hacia Batista: “Si el próximo entrenador no es uno que me gusta a mí, me voy. Mentiría si digo que no dimos un paso importante, pero hay otros entrenadores en carpeta”.
No hay que ser un genio para notar que a Bilardo no le agrada demasiado la presencia del Checho. De arranque, tienen ideologías futbolísticas opositoras. Como plataforma discursiva, Batista describe que quiere emular una línea de fútbol elegante y estética como la de España, que en la formación de los jugadores hace falta más trabajo con pelota y menos pesas y, como para terminar de buscar infartar al Doc, propone un proyecto en el que se eliminen las tablas en las competiciones en las categorías Inferiores; que la prioridad sea el aprendizaje y no la urgencia del resultado en los chicos. Ya tuvieron un roce por las rutinas de entrenamiento y concentración de los jugadores en esta última semana.
Bilardo prefiere ubicar a alguien de su riñón, como Sabella o Russo, a los que tuvo como jugadores y conoce bien de Estudiantes de La Plata. Y como para minar un poco más la ilusión de Batista, explicó que la idea era que el entrenador elegido firme un contrato sólo hasta consumada la Copa América del año que viene, en Argentina. Por su parte, en otro contrapunto, Checho comentó que preferiría un contrato completo hasta el 2014: “Si el Comité decide otra cosa, lo voy a aceptar sin hacer problemas. Obviamente, la Copa América hay que ganarla, pero sea yo u otro técnico, el resultado en la Copa no debería ser el parámetro para continuar”. También aseguró que, de no ser elegido, volvería a los Juveniles.
Tuvo que entrar en escena Grondona, para desdecir -una vez más- a Bilardo y hacerle un guiño a Batista. “El contrato va a ser como el de todos los entrenadores, como fue siempre, de cuatro años. Si las cosas van bien, ¿por qué se va a cambiar?”. Una palmeada en la espalda del propio Grondona y el apoyo de los jugadores, que tampoco ven con buenos ojos a Bilardo, son varios metros de escape respecto a sus perseguidores. Sería saludable que no vuelvan a repetirse las mismas contradicciones y nocivas declaraciones que tanto mal le hicieron a la Selección en el ciclo Maradona. Bilardo, mejor que nadie, ya debería haberlo entendido. Que no vuelva la incertidumbre y el conventillo.
La Comisión que elegirá, junto a Bilardo, al nuevo seleccionador la compondrán Luis Segura (presidente de Argentinos), Fernando Raffaini (presidente de Vélez), Daniel Passarella (presidente de River), Carlos Babington (presidente de Huracán) y Juan Carlos Crespi (dirigente de Boca).