A nadie se le ocurre preguntar a sus amigos si conocen a un cirujano cardiovascular que le haga un triple by-pass a un precio baratito. Curiosamente, si veo este tipo de actitudes en el entorno que usualmente frecuento: ¿Quién me hace una web?, ¿Quién me monta un CMS?, ¿Quién me hace una estrategia de Márketing?, y siempre, al final de la pregunta se añade la coletilla de baratito.
Entiendo que uno tiende a valorar más su válvula mitrial que la gestión de su información y presencia en internet, pero esto no quiere decir que tengamos que tirar del hijo de la vecina del cuarto. Antoñito, que así se llama el ya no tan imberbe hijo de la Puri -la vecina del cuarto- puede que mate las horas muertas con el Apalabrados y se pase todo el día enganchado al Whatsapp o similares, pero eso no es garantía de nada.
Yo soy consciente de mis carencias, sobretodo en la parte de finanzas, pero tengo muy claro que el coste de un proyecto es el precio de la hora multiplicado por el número de horas. Quizás un profesional te pueda llegar a costar hasta trescientos euros la hora y Toñi -que es como le llaman sus amigos- tendrá un precio aproximado a una entrada de cine y un vale de Telepizza al finalizar el proyecto. Pero la variable que siempre olvidamos es cuantas horas tendrán que dedicar.
Siendo optimistas, el tete -porque así es como le llama su hermano- quizás consiga hacerte la web y la estrategia de marketing. Haciendo una suma rápida, y al precio que van las entradas de cine y regateando como un desesperado, te podría salir por unos mil euros y quizás lo podría tener listo en unas cuatro semanas. Claro que si vas a un profesional, te costará lo mismo y lo tendrá preparado en una semana.
Obviamente la hora del profesional es más cara, pero también entrega el producto antes, y ya ni entro en la calidad del acabado. Mientras que con el tete te vas a tirar dos meses más intentando arreglar los errores, con el profesional es llaves en mano.
Ahora depende de ti, tienes dos opciones: pagar menos por hora y tener un producto mal acabado, mal diseñado y con un plazo de entrega en que no sabes bien si estás fabricando un bebe o un plan de marketing o, pagar a un experto y que en una semana tenga una solución seria, profesional, estructurada, preparada para crecer y con diferentes escenarios definidos.
Como dice una amiga mía: compra caro que somos pobres. Con esta máxima de la cultura creo que está todo explicado, con lo que la siguiente vez que tengas una necesidad, piensa por un momento cuan de importante es. Si realmente te importa un pepino, adelante, llama al tete, pero como sea algo importante, mejor pregunta quién es el mejor profesional.
Película: Léon
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