Revista Opinión

Controlar a la clase política

Publicado el 11 junio 2012 por Vigilis @vigilis
En el clásico instantáneo del señor Garicano, se habla de deberes pendientes. Existe la extendida idea de que quedan muchas cosas por hacer y otras que el gobierno ya dijo que no se iban a hacer, pero puede que tenga que replantearse.
Uno de los millones de elefantes en la sala que tiene este país, es el de los incentivos de la clase política y su relación con el modelo territorial. El Título VIII sirvió para salir del paso (como nuestras leyes laborales, electorales y demás) en un momento dado. Ya no estamos en ese momento. Estamos en una situación económica un poquito complicada y en una situación política crítica (se puede ver esto en el CIS, en los barómetros de algunas regiones y en sondeos privados para alguna prensa oficial). La bosta ha golpeado el ventilador y todo está manga por hombro. ¿Qué mejor momento que este para debatir sobre el ruido de fondo de nuestro sistema?
Si hay algo de lo que se queja todo el mundo es de la sobredimensionada clase política. Todos conocemos ejemplos inmediatos de proliferación vírica de cargos de libre designación, gastos suntuarios, pompa y boato para políticos semianalfabetos con problemas de autoestima, etc. Parte de nuestra felicidad la enterramos en un montón de paletadas modernas -polideportivos, centros de interpretación, infraestructuras infrautilizadas, monumentos horrorosos, festivales esquizofrénicos, museos absurdos, hiperresidencias vacías- impulsadas por auténticos gañanes que se dedicaron a besar calvas de constructores y promotores ventajistas y parasitarios. Todo esto fue posible por la confluencia de múltiples razones. Sin embargo, el ambiente legal en el que se dieron lugar estos atracos, se puede cambiar. Aunque el resto de condiciones se repitan en el futuro -tipos bajos, expectativa de aumento de valor del suelo, sondeos ajustados, etc.-, si las barreras jurídicas se construyen, no se podrá repetir algo así en el futuro.

Controlar a la clase política

Viejo ayuntamiento de Cirueña (La Rioja)


Controlar a la clase política

Nuevo ayuntamiento de Cirueña. Menudo gol.

Algo ya se hace en este sentido. Me refiero a los límites de gasto de la Ley de Estabilidad Presupuestaria. Pero creo que se puede mejorar más la cosa. La actual situación nos demuestra la importancia de la confianza. Bien, no escatimemos esfuerzos en dar más confianza.
Desinflemos ese gran elefante en la sala que es el hecho de que las administraciones encargadas de las partidas de mayor gasto no se responsabilicen de recaudar el mayor ingreso. Abramos ese melón mientras nos dejen. (Aquí el señor Girauta pasa de puntillas por el tema).
Por una parte están quienes defienden la recuperación por parte del Estado de las grandes partidas de gasto. Por otra, quienes defienden que aumente la capacidad financiera de las regiones. Entre el blanco y el negro hay muchos grises. Hablemos de ello y comparemos de alguna forma qué modelo es el óptimo.
Si las administraciones encargadas del gasto, no se encargan a su vez de recaudar una proporción equivalente de ingresos, continuaremos con la desigual marcha de los incentivos de la clase política. En el momento en que una administración fuera responsable ante los ciudadanos de elegir entre ampliar un ambulatorio o hacer un festival de cine, ante un presupuesto cerrado, creo que las cosas irían a mejor. La gente sería más consciente de que las cosas no son gratis. Además, existiría la posibilidad de cierta competencia fiscal que haría tender a la baja los impuestos.

Controlar a la clase política

Antiguo ayuntamiento de Aspariegos (Zamora)


Controlar a la clase política

Controlar a la clase política

Nuevo ayuntamiento de Aspariegos. Tiene un 100% más de modernidad.


Y ojo, no dejemos de lado en el debate a la administración local. Los ayuntamientos son la primera ventanilla que saluda al peatón. Algunos manejan más presupuesto que varias comunidades autónomas, otros, carecen de ingresos. Parte del meollo está aquí y esto no toca sólo al control de los dineros, sino a la misma calidad del sistema, a la participación ciudadana y a los mecanismos de creación de riqueza. El de los ayuntamientos es un melón gordo que hay que abrir. Por muy poco que guste en aldeas con complejo de galos, hay que enfrentarse a la realidad de que la mayoría de los ayuntamientos deben de dejar de existir. Y aquellos ayuntamientos que han crecido a expensas de ciudades limítrofes, deben articular sus políticas en coordinación con esas ciudades. Esto es algo inmediato, pero que también encuentra mucha resistencia. Sería ideal que los partidos dejaran de actuar como agencias de colocación y pensaran en esto de arriba a abajo. Supongo que para ello haría falta que también los ciudadanos dejáramos de comportarnos colectivamente como siervos y pidiéramos cuenta a nuestros gobernantes. Ah, pero reconocer que en un sistema no feudal, el ciudadano también tiene que hacer su parte, es un salto cualitativo muy difícil de llevar a cabo.
Infinitas ganas de llorar:

Corpo e alma, tanto ten, todo é graxa e manteiga. Don Celidonio é igual por dentro ca por fóra: carne e espírito son a mesma zorza, misturada e revolta, co mesmo adubo de ourego e pemento.
Cuerpo y alma, da igual, todo es grasa y manteca. Don Celidonio es igual por dentro que por fuera: carne y espíritu son la misma zorza, mezclada y revuelta, con el mismo adobo de orégano y pimienta.
O porco de pé, Vicente Risco

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