Las finales no se juegan, se ganan, reza un dicho que no por antiguo deja de ser cierto. Las gana el que hace más goles, otra verdad evidente pero indiscutible. En la provincia de San Juan, Boca hizo gala de su eficacia, pegó en los momentos justos y tuvo el premio mayor: derrotó 2-1 a Racing y se consagró campeón de la Copa Argentina. Tras el duro golpe sufrido el sábado ante Quilmes, la decepción por la Libertadores perdida y la ida de l ídolo Riquelme, se dio finalmente el gusto de festejar a lo grande.
El abrazo de Lucas Viatri y Santiago Silva, los artilleros de Boca
El comienzo del encuentro tuvo un trámite equilibrado, y un desarrollo entretenido. El conjunto dirigido por Luis Zubeldía controlaba la posesión de la pelota y la traducía en peligrosas llegadas, pero una vez más la impericia de José Sand a la hora de definir lo privó en dos ocasiones de la conquista. Boca, por su parte, no necesitaba de tanta elaboración para generar riesgo: con un par de pases, y la colaboración de la defensa rival, le alcanzaba.
El mejor ejemplo llegó a los 21 minutos: Oscar Ustari lanzó un largo pelotazo, falló el despeje Matías Cahais, y la pelota le quedó a Santiago Silva, quien inventó una genialidad y picó la pelota por encima del achique de Sebastián Saja para poner el 1-0 parcial. Pudo aumentar el uruguayo a los 36, pero el arquero se tomó revancha y le tapó el mano a mano.
En el complemento, el equipo de Avellaneda comenzó nuevamente dominando el balón, pero ya sin tanta profundidad. En cambio, cuando el Xeneize llegó, lastimó: a los 16 minutos, una pared entre Clemente Rodríguez y Juan Sánchez Miño (ingresó por el lesionado Erviti y fue vital) terminó con un pase atrás del primero para Lucas Viatri, quien definió de primera con un zurdazo esquinado y estampó el 2-0.
Cinco minutos más tarde llegó el descuento, a través de Valentín Viola. A partir de allí comenzó la parte más emocionante del encuentro: la Academia fue en forma desesperada en busca del empate, acumulando delanteros pero dejando enormes espacios en el sector defensivo, que no pudieron ser aprovechados por Boca, pese a contar con innumerables situaciones para aumentar la ventaja.
Con el pitazo final de Pablo Lunati, se desató la alegría de los dirigidos por Julio César Falcioni, que con el triunfo repitieron el éxito logrado en 1969 y además lograron la clasificación a la Copa Sudamericana. Tras el partido, Mauro Camoranesi declaró: “Para ganar hay que hacer goles, y Boca los hizo”. Ni más ni menos…
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