Frutillas y romanticismo parecen ir de la mano como viejos amantes que se conocen muy bien. Por esto de festejar San Valentín como el Día de los enamorados, nos esforzamos en complacer con corazones, postales de amor, bombones, flores y presentes a nuestros seres amados como si el fin del mundo estuviera cerca y debiéramos actuar con todos nuestros artilugios sentimentales al máximo de concentración.La verdad es que no me convence demasiado que una propuesta más comercial que otra cosa me indique qué día del año debo ser particularmente romántica (permitiéndome ciertas licencias para el resto). En fin, festejo San Valentín a mi manera y bien contenta me siento por ello. ¡Por supuesto hay cena romántica, tiempo para nosotros y algún postre especial para la ocasión! Soy romántica; sólo que no me dejo seducir por las campañas de marketing con facilidad. Aunque un día de debilidad tenemos todos, claro...
Por eso, hoy les propongo un postre para enamorados (¡O para enamorar!) que reúne los requisitos para estar en este blog: simpleza, buenos ingredientes, sabores definidos y poco trabajo. Se trata de una receta que tuvo su inspiración en una crema que encontré en el recetario que conservo de mi abuela.Aquí están los ingredientes. A buscar por allí en casa, que seguro los consiguen con facilidad.
Comenzamos trabajando con la crema propiamente dicha. Para ello, colocá en un bol 7 yemas junto con 200 gramos de azúcar. Con batidora eléctrica, mezclá hasta obtener una preparación espesa y de color claro.
Luego, con batidor de metal, agregá 1 taza de agua (potable) y 1/2 vaso de vino Oporto (podés reemplazarlo por otro vino generoso). Integrá muy bien todos los sabores.
Colocá la mezcla obtenida en una ollita y llevala a fuego bajo, revolviendo constantemente, hasta que la preparación espese algo, pero sin llegar a romper hervor.Entonces, volcá la crema en un bol limpio y dejala que enfríe, revolviendo cada tanto para que no se forme una película seca sobre la superficie. Repetí esta operación hasta que la crema enfríe del todo. Cuando esto ocurra, añadí 350 gramos de frutillas procesadas de manera grosera (pueden quedar algunos trocitos de fruta que encontrarás al comer). Batí nuevamente para homogeneizar la mezcla.
Por último, añadí 380 gramos de yogur natural (Sí, podés reemplazarlo por crema si querés que quede con una consistencia más armada. Pero, para mí, ya con tantas yemas alcanzaba mi nivel permitido...). Mezclá todo muy bien y llevá la preparación al freezer o congelador por unos 30 minutos.
Llegó el momento de preparar las copas. En mi caso, me pareció muy divertido utilizar unos frascos de mermeladas altos y de boca ancha, en lugar de copas o vasos porque les daba un toque rústico a los postres. Pero, claro, cada quien puede elegir el recipiente que le parezca más cómodo, divertido, elegante o romántico.En el fondo del frasco/copa/vaso colocá las vainillas o bizcochos dulces cortados en trozos.
Antes de continuar con el armado, voy a explicarte cómo preparar las frutillas al almíbar.Es muy simple. Mientras la crema reposa y toma buen frío (contiene bastante alcohol, lo que impedirá que se congele; de modo que podés trabajar con tranquilidad en los otros pasos del postre), en una cacerolita colocá 1/2 taza de azúcar junto con 1/2 taza de agua. Llevala a fuego bajo, sin revolver para que el azúcar no se cristalice.
Una vez que el azúcar se haya disuelto en el agua, añadí la cantidad de frutillas partidas al medio (pueden estar congeladas o frescas) que desees. Cociná sólo por unos pocos minutos hasta que las frutillas se ablanden (sin romperse, por favor) y el almíbar se tiña de su color y sabor. Entonces, quitá con cuidado las frutillas, reservándolas hasta que se enfríen.
Luego de colocar la capa de vainillas o bizcochos, disponé sobre ella una capa de frutillas almibaradas y frías.
Por encima de la fruta volcá una porción de crema de frutillas al Oporto.
Repetí la operación (vainillas, frutillas almibaradas, crema) hasta llegar a la parte superior. Entonces, colocá una última capa de vainillas y algunas frutillas para decorar la copa.
Guardá en freezer o congelador por algunas horas y luego conservá en la heladera hasta el momento de servir.
Obtendrás un postre delicioso, que mezcla una crema suave de fruta y Oporto con frutillas y trocitos de vainilla. Seguro conquista corazones y estómagos (por si necesitamos recurrir al dicho popular que sentencia: "Al hombre se lo conquista por el estómago").
Dos detalles para tener en cuenta: Este exquisito postre no es apto para menores de edad porque contiene alcohol que con el frío, lejos de atenuarse, se acentúa.
El almíbar que queda de la cocción de las frutillas captura todo su sabor y color (además, se conserva sin problemas por unos días en al heladera); por ello, puede ser ideal para embeber las capas de un bizcochuelo antes de rellenarlo o para bañar algún budín de vainilla, chocolate o naranja recién salido del horno.
Bueno, el postre para la cena romántica ya está listo. Ahora será cuestión de prepararnos para la ocasión. Eso ya se lo dejo a ustedes que tendrán bien en claro qué hacer...
¡Qué pasen un hermoso día de los enamorados! Hasta la semana próxima. Diviértanse, experimenten en la cocina y sean muy felices.