El 31 de julio de 1912 el Heraldo de Madrid lanzaba un nuevo concurso de cupones con el que regalaba cinco magníficos mantones de Manila de fleco Imperio. Casi a la par se estaban publicando los cupones para el sorteo de un automóvil LION, también regalo del periódico.
Antonio Casero no deja pasar la oportunidad de escribir una copla dominguera haciendo referencia a los mantones y, de paso, al sorteo del auto. Diálogo de una madre que desea lo mejor para su hija, incluído el primer premio de los mantones. ¡Soñar no cuesta nada!
Coplas del domingo, por Antonio CaseroPublicada en el Heraldo de Madrid el 11 de agosto de 1912 (Portada)
LOS MANTONES DEL "HERALDO"—Vamos, ¿y no es una penaque no me toque á mí eso?—¿Y tú que sabes tavía?—Es que me lo da el izquierdo.—Pos yo soñé ayer con chufas,que dicen que es buen agüero.—¡Míalos, mia que son bonitos!—¡Mialos, mia que tien empeño!Con un mantón de Manila y esa cara y ese cuerpoibas a poner al barriocalefacción.—¡Ni por pienso!—Lo mismo que tú decíael del auto, y ya ves, luego,tari, tari, por las calles.Dios se lo aumente, viviendo.—Verá usté cómo le toca á un guardia.—¡Estará flamenco!La vida está en viceversa,y no es difícil, t'azvierto,que á mí me tocó en la tómbolade Chamberí un chisme de esosd'hacer pitillos, y en cambioá Dimas, el pirotéznico,le tocó una enagua.—¿Y qué?—Hija, na; que permutemoscon permiso de tu tío.Dios le de la gloria; perode que te toca á ti unono te ocupes tú, mi cielo.¡Mia que vas á estar bonitacon un mantoncito de esos!—Ponga usté sordina madre, porque la están á usté oyendo.—Pos y qué, ¡vaya una cosa!Pos ties tú poco saleropa echarte sobre los hombrosun mantón, ¡viva lo negro!,¿ú es que á ti no te desquicia por casual uno de flecos?—Más que el de Trevélez.—¡Ole!hija de su madre, güeno;tenías que haberme vistoallá, en mis mejores tiempos,lucir uno de Manila,que era herencia de mi agüelo,y que se bebió tu padre,porque se empeñó pa eso,pa pagar yo no sé cuántasarrobas de vino añejo. Pos, sí, chica; iba tu madrearrebuja en el Imperiode China, que era de chinosy flores, ¡vaya un pañuelo!¡Y que no se daban tono los chinos sobre mi cuerpo!De tanto contonearmese me sentían flamencos,y un día me dijo uno: «¡Ay, madre, que me mareo!Pa qué tanto perejil,si ahí hay salsa pa los restos?Y me dio con la coleta,lo cual que una china, luegofué y le dijo: «¡Kin, Kan, Kun!» Total, na, cosas de celos. —¡Madre, que está usté soñando! —Deja que sueñe con eso, con el mantón que yo tuve allá, en mis mejores tiempos, conque te toque á ti uno de los que están ahí expuestos,pa que lo luzcas y digan las gentes: «¡Vaya romero!»Pa que lo lleves con graciay se te enreden los flecosen el botón de algún mozodizno de tus ojos negros,y pa que en ese ratitode deshacer el enredole emborraches con miradas,y se arranque por derecho,y te lleve á la parroquia,y me deis un par de nietos,que le tenga yo al HERALDOque estar siempre bendiciendopor ser tú feliz, á causade la rifa del de flecosconque, déjame que sueñe,que aunque no nos toque luego,nadie me quita este ratode soñar lo que yo siento.—¡No caerá esa breva, madre!—U sí, vaya usté á saberlo;ayer he soñao con chufas,que dicen que es buen agüero;de tocarte, que te toquecuanto más el primer premio.—Me conformo con el quinto.—Hija, no, con el sargento,con el de los pavos reales;d'ahí no rebajes un céntimo.Antonio CASERO
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