En este junio del siglo XXI, Antonio Casero nos retrotrae con su copla dominguera al verano de 1912. Diálogo entre dos madrileñas; la una jóven, la otra vieja, que hablan de los proyectos estibales truncados y sus motivos. Las dos salen mal paradas; la primera por quedarse sin verano; la segunda, por metomentodo.
Coplas del domingo, por Antonio CaseroPublicada en el Heraldo de Madrid del 21 de julio de 1912 (Portada)
NO HAY VERANEO—¿Adónde vas esto año?—Al noventa del Basteroá respirar los mirismasdel patio, que son mu güenos.—¿Cómo no te lleva el tuyoveinte días á Pozuelo?—Me marea el oleaje, y lo tie prohibido el médico;está la cosa mediana,además, ¿pa qué más frescoque mi marío?—Me dejasencantá del to.—Lo siento.—¡Mia que no dir este año,como otros, de veraneo!Es inaguantable, chica;dime, ¿á qué obedece eso?—A que Don Alfonso Trecenos tie privaos de su afezto; vamos, que no hay linda luca, ú lo que es igual, ni un céntimo.—¿y en qué se gasta tu hombrelo que gana?—En el teléfono.—Ne compre pan.—Es sencillo;na, que siempre está pidiendo,trin, trin, comunicacióncon Valdepeñas,—Ya veola cosa; ¿le place el soplen?—Más que una mazurca.—¿Peroserá d'hace pocos meses?...—Señora: es de nacimiento;pa mí que tomaba el tripleen biberón.—No lo entiendo;yo no sé cómo hay personasque sean así.—Misterios…— Ca casa es una novelasocial, no te ocupes de eso.¿De forma que en los Madrilespor bebedor?—¡Pa los restos!—¿y á tu celtíbera madreque la parece este juego?— Un tute arrastrao; la pobreya me lo dijo hace tiempo:“El porvenir que te brindaese adorable manceboes de celuloide, y ahoratú verás.” Y yo... misterios…me casé, no la hice caso,y aquí estoy con los pucherosá la funerala.—Chica,pos ten pacencia.—La tengo,—Y, átale.—Ni aunque le clavecon clavos así de gruesos.—¡Con la falta que te haríaoxigenarte!—Pos, gueno,me es igual; en los Madrilesse pasa el verano al pelo; custión de gustos, á mí me dan un botijo de esosque ponen el agua fría, y un abanico, y laus deos,venga calórico, el casóes entretener el tiempo,y apretabis quibis cobis.—Está mu bien, mas lo ciertoes que no vas.—Ni me apura.—Y debieras dir.—Lo creo.—Porque el aire de la Sierraes sano.—Ya lo sabemos.—Y el tuyo debió llevarte.—Sí, señora; y no lo ha hecho. —Paece que no, y cuatro díaspor ahí lo agradece el cuerpo,y tú has debido decirle:ú me voy, ú me enveneno.¡Mia que no dir este año, como otros, de veraneo!...—Por Dios, seña Recareda,cálmese usté, que estoy viendoque la va á costar diez díasde cama.—¿Y no ves arreglo?—Señora, está usté en las Pampas,toma, claro que lo veo,déme usté cuarenta durosy se la quita ese peso.—¡Mía tú si yo los tuviera!—Entonces, no divaguemosy dele usté al abanico,ya vendrán mejores tiempos.
ANTONIO CASERO
© 2014 Eduardo Valero García (GARCIVAL)- HUM 014-005 ILUST
© 2014 Eduardo Valero García - HUM 014-005 COPLAS AC