Revista Opinión

Corazón rojo

Publicado el 18 noviembre 2011 por Carmentxu

El domingo iré a votar. Más que un voto, será un mensaje. Será la primera vez que deje atrás el miedo haciendo oídos sordos a los mensajeros que anuncian cada cuatro años la llegada del lobo feroz. No será un llamado voto útil, si es que alguna vez lo fue, será un voto protesta, un voto mensaje, uno entre millones que se perderá, lo sé, como una gota de agua en medio de un océano de papeletas. Pero cuando se evapore el agua en ese mar extraño, mi voto, y el de otros muchos, se elevará como vapor y volverá de nuevo a ser agua ahora suspendida en el aire frío del otoño. Entonces, volverá a convertirse en gota precipitada por su propio peso en el fondo de una urna. Y allí quedará unas horas hasta que sea rescatado por manos cansadas tras 12 horas en el colegio electoral. Libre por fin, esa gota protestona adquirirá su valor, ya libre, aunque éste sea menos que el de otras circunscripciones menos pobladas. Pero no importa: también dirá cosas. Entre ellas, dirá que no me gusta cómo se han hecho las cosas hasta ahora pero que aún me gusta menos el giro que propone y despropone la derecha, ésa de siempre, la que nunca se va, enquistada como está en el subconsciente y alimentada también por miedos. Dirá que quiero una nueva actitud, más humana, más honesta, más decidida y comprometida, más social. Votaré con el corazón, con un corazón más rojo que nunca, y lo pondré en el otro lado de la balanza frente al peso del yungue de la derecha de aquí, de Europa, del FMI, de las corporaciones multinacionales, de las Corazón rojoagencias de clasificación y de los tecnócratas marioneta que se cuelan por las ranuras mal selladas. Un corazón rojo frente a los grises cerebros grises de los de arriba, los tecnócratas, los contables, los registradores. Es sólo una gota, pero “si cres que eres demasiado pequeño para tener un impacto, prueba a dormirte con un mosquito en la habitación”.


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