
Dando la nota. Aún más alto (2015) --secuela de la popular Dando la nota (2012)-- sigue a rajatabla todas estas premisas, buscando rentabilizar unos personajes que poco más pueden dar de sí. Elizabeth Banks, que interpretaba un pequeño papel en la primera parte, ha aprovechado la ocasión para dirigir su primer largometraje, apostando a lo seguro y adquiriendo de paso una valiosa experiencia, muy necesaria en este complicado mundo. De ahí que haya tan pocas sorpresas: se insiste en los aspectos del guión y de los personajes que resultaron más atractivos o eficaces en la primera parte, ofreciendo al público más de lo mismo; se incorporan unos cuantos gags visuales que complementen a los números musicales y, para encajar al máximo con la potencial audiencia adolescente, se explota sistemáticamente la incorreción política en los diálogos. Y ya puestos, se fía parte de la eficacia final a la presencia de la emergente Anna Kendrick --copresentadora en la última gala de los Oscar-- como ventaja competitiva adicional.
El problema es que se han olvidado de trabajar el resto del guión, no sólo para dar sentido a esta amalgama de necesidades, sino al menos para proporcionar ritmo a las escenas que han llegado al montaje final. Porque todo se reduce a la vistosidad de los números musicales y a la audacia de las mezclas musicales elegidas, sin dejar apenas nada para el resto: la banda rival es un trasunto imposible de los alemanes Kraftwerk, meros arquetipos parlantes en su ridículo papel de malos; el viaje a Europa --esta vez le ha tocado a Copenhage--, el enredo relativo al campeonato del mundo y la apoteosis final. Nada de todo esto está trabajado; igual que los hitos intermedios (perspectivas de futuro, amoríos, superación de conflictos, continuidad con el pasado..), que parece que van a adquirir relevancia pero se quedan en simple relleno.
Dando la nota. Aún más alto quizá haya cumplido con alguno de sus objetivos individuales (explotar económicamente un limitado argumento previo, servir de experiencia a su directora, afianzar la carrera de alguna joven actriz), pero en lo colectivo y como filme no alcanza los estándares del entretenimiento popular. Excepto para los ultrafans previamente conquistados, por supuesto.