Revista Psicología

Corónica del mundo exterior (Parte 4)

Por Yanquiel Barrios @her_barrios
Corónica del mundo exterior (Parte 4)

Ahora que comienzan a disiparse en el aire las fantasías de que la era pos-COVID19 nos volverá más buenos, es el momento de grandes e importantes debates. Seguramente para que se pongan en movimiento habrá que esperar a que pase un poco la euforia del regreso a los bares y a los partidos de fútbol. Atravesada la etapa más crítica, las autoridades entienden que hay que devolvernos un poco del circo que el virus nos ha arrebatado en estos meses.

Mientras tanto, hay otros intereses que no están dispuestos a perder ni un segundo. Quieren aprovechar el miedo residual, optimizar el discurso del terror y la amenaza, incluso estimularlo si es necesario. Para esos intereses, el miedo inevitable que la pandemia ha depositado en nuestro espíritu no solo no debe desaparecer, sino todo lo contrario. Se trata de mantenerlo en un nivel suficientemente alto y actuar con toda rapidez. Es la gran oportunidad para acelerar la transformación para la que están trabajando en las últimas décadas, y en ese sentido la pandemia les ha venido como un regalo del cielo. Eric Schmidt, uno de los más importantes accionistas de Google y asesor de grandes compañías tecnológicas, no ha demorado en iniciar una fuerte campaña mediática y entrevistas con representantes políticos para presentar y argumentar el diseño social que debe implantarse. Se trata de poner la totalidad de la vida humana, en lo social, político, económico, cultural y sanitario, en manos de las grandes compañías tecnológicas. Schmidt es astuto: su propuesta es que todo se haga con la participación del Estado. Esa participación habrá de ser fundamentalmente económica, absteniéndose de establecer incómodas regulaciones. El sistema chino se invoca todo el tiempo. Para los grandes de Silicon Valley, China es la perfecta alianza entre los intereses privados y estatales.Si no nos damos prisa, advierte Schmidt, muy pronto USA va a perder el primer puesto en esa carrera. Ahora es el gran momento para que el laboratorio del confinamiento dé sus frutos, y pasemos a la fase de la instalación permanente del "tele-todo" ("tele-everything". Sic), como él mismo lo ha calificado en uno de sus discursos: un mundo donde pueda prescindirse del contacto. Un mundo que no se toca, y que solo se ve por las pantallas. Un mundo que no tiene sabor ni olor, como los síntomas patognomónicos del COVID19, porque ya no serán necesarios.

Corónica del mundo exterior (Parte 4)

Google 2031 por Beeple

Mientras la gente retorna a la nueva normalidad (NN) para consumir su ración diaria de entretenimiento, y se divierte mirando por la televisión el patético esperpento del espectáculo político, hay otros que no pierden el tiempo, que saben muy bien lo que quieren y cómo lograrlo. Porque van a conseguirlo. Una vez más, la ingenuidad bienintencionada de la izquierda progresista convoca a defendernos de los movimientos que se están produciendo a toda velocidad mediante el auxilio de la transparencia y el control de las grandes corporaciones a las que los Schmidts representan. El gran enigma es saber quién habrá de hacerse cargo de ese control. ¿El Estado, que más que nadie está interesado en imponer este paradigma de sociedad de vigilancia? ¿Las asociaciones vecinales? ¿Las compañías de seguros? ¿El tecnoanarquismo? A esta altura, resulta escalofriante pensar que ya no es tan sencillo responder a la pregunta de si queremos un mundo manejado por seres humanos o por la Inteligencia Artificial. Si echamos una mirada al panorama político, a los líderes que nos conducen, o mejor dicho que nos extravían, como mínimo dan ganas de arrojar una moneda al aire.


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