La normativa es clara, mientras se hace deporte se puede prescindir de la mascarilla, pero en algunas zonas es obligatorio llevarla puesta incluso si se puede cumplir con la distancia, con lo que deberás llevar encima la mascarilla, aunque no tengas que tenerla puesta necesariamente mientras haces ejercicio.
El caso es que desde el ya histórico 2 de mayo, esa fecha en la que por primera vez se permitía hacer deporte en unas franjas horarias determinadas, vimos como había algunos deportistas que entrenaban con la mascarilla.
Realmente no es demasiado cómodo hacerlo, no tienes la misma sensación de libertad que si lo haces sin ella, pero las circunstancias actuales de emergencia sanitaria obliga a que seamos responsables.
Lógicamente el uso de mascarilla es preventivo, pero si no queremos llevarla mientras corremos, por lo menos deberíamos plantearnos algunos cambios en nuestros hábitos por responsabilidad social.
Evitar las aglomeraciones, lugares transitados, salir a entrenar en horarios en los que sabemos que no vamos a coincidir con muchas personas, intentar apartarnos todo lo que podamos cuando tengamos que adelantar a alguien que va caminando, por ejemplo, son pequeños gestos que pueden hacer que seamos un poco mejores, no quizá como runners, pero sí como personas.
Por otra parte, siempre debemos tener una mascarilla con nosotros, lo que supone tener que pensar donde transportarla mientras hacemos ejercicio.
El gran problema del running es la ligereza, ir ligero es importante, sobre todo cuando pretendes correr a ciertos ritmos, y además cómodo.
Hay modelos de mascarilla que fácilmente podemos llevar en el brazo mientras corremos, y sí, no es el mejor lugar, pero a veces no hay otro remedio, a menos que llevemos una riñonera específica para ello, con lo que ya estamos añadiendo complementos, de cada uno depende tomar la decisión.
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