Resumen de la tarde. Chavales danzando y brincado por por todos lados y Domingo Navarro de niñera. Iván De Andrés.
Mañana por la mañana, pasado a más tardar, si los que mandan en el destoreo, tuvieran una décima parte de los redaños que les cantan los revistosos del puchero, saldría Roberto Domínguez y pediría, por favor, que Joaquín Moreno Silva aparte un lote de sus saltillos para Juli en la Beneficencia. Curro Vázquez podía exigirlos, para un mano a mano entre sus gallitos. El gallipavo de Castella, el místico de Galapagar o el minotauro de Chiva tendrían que salir a la palestra y decir: mato la camada. Los quiero en Bilbao y Pamplona, además de Zaragoza para terminar bien el año. Pero nada más lejos de la realidad: Morante, días atrás, y Manzanares hoy, se han borrado de Pamplona. Motivos: no entra en su planificación. Éstos, a los que le cantan falsos empaques y cochambrosas torerías, no son más que meros cuentistas, asociados al gremio de la farándula. Se me hace difícil, por no decir imposible, imaginar a Bombita, Belmonte o El Gallo escaquearse de una feria aludiendo a cuestiones de planificación. Sospechosamente, el plan que no entra en sus agendas es el del Toro íntegro, con sus pitones y todo.
Suelto la parrafada, porque hoy, como ayer, lo fácil es machacar a unos muchachos que tienen una similar idea, y concepto, que todas las figuras del escalafón, pero que por unos motivos u otros no les queda más remedio que ponerse delante de algo, toros encastados, que no saben ni lo que es. En tardes como esta, es cuando más me acuerdo de los que no están, de los consagrados por las turbas babilónicas y de los ahijados predilectos del taurinismo. Mi repulsa y menosprecio para todos ellos, que morirán ricos, matando nose cuantos mil toros, con centenares de rabos y decenas de indultos, pero que jamás podrán contar lo mismo que estos tres desdichados, que han tenido la mala suerte o la imprudencia de estar en el sitio y la hora equivocada. Esa desventura les ha costado sus carreras. Hoy su equipo de palmeros les pueden decir, con la tranquilidad de no equivocarse, que han dejado de ser toreros, si es que alguna vez lo fueron.
Lo malo de la ganadería de Don Joaquín Moreno Silva es que no tiene doce o quince toros para cada feria. Un par de festejos por ciclo, y el escalafón iba a aparecer limpio y reluciente, que no lo reconocería ni el que se encarga del duro trabajo, en el 6 Toros 6, de sumar las orejas que corta el Fandi o El Juli. Esta corrida hubiera dejado en evidencia a la cuasi totalidad del plantel de toreros. Pocos se hubieran salvado de la quema. Sin embargo, como los empresarios mandan, con el apoyo servil de los toreros, el que tiene un horizonte negro es Don Joaquín, al que todo ese taurinismo rancio y recalcitrante ya le ha puesto la X en la diana. Las primeras proclamas ya suenan por los altavoces taurinistas: corrida malíssssima, imposible hacer el toreo ¿?, eso no puede gustar a nadie... A todos ellos, que sólo escuchan la voz de su amo, hay que decirles, y bien alto, que las corridas duras, que no es lo mismo que malas, tienen su lidia y su toreo, y que le gustan a mucha más gente de la que se pueda pensar. Sólo cabe felicitar y apoyar al ganadero, que bien falta le hará.
Como todos hemos visto lo que ha pasado, y no es cuestión hacer más leña del arbol caído, vamos a decir que Paco Chaves no llega ni a ser pegapases (para serlo hay que pegarlos, y muchos). En el cuarto, se quitó del medio, dejó la lidia a un subalterno, pidió el cambio con dos pares de banderillas y con la muleta ni lo intentó. Menudo novillero. Matando es eficaz al cincuenta por ciento. Sólo se dejó vivo uno.
A Miguel Hidalgo, que se dejó ir un gran segundo novillo con las orejas puestas, se le aflojaron los machos con el quinto, al que se dejó vivo por solidaridad con Chaves. Si no me equivoco, está en 24 años, para 25 y sigue mostrandose verde como el agua clara. Espero que le abran los ojos y pueda rehacer su vida en otro campo laboral, ahora que aún es joven.
Antonio Rosales, que no sabe coger un capote, se llevó el lote de la tarde. Poco agradecido, al tercero lo destoreó, cometiendo la grave afrenta de no dignarse a coger la muleta con la izquiera ni una sola vez. ¡Ni una! Al sexto, que quiso morir en el centro del ruedo, y que se empleó, hasta que lo molieron, en dos varas criminales, tampoco quiso verlo e hizo como que lo toreaba.