Revista Espiritualidad

Correr riesgos sin miedo

Por Zidika


CORRER RIESGOS, SIN MIEDO

Hace poco me contaron de un joven que se iba a ir como voluntario durante un mes en compañía de su novia y que había escrito a un amigo diciéndole que aquello iba a ser la “prueba de fuego”. Para él era todo un riesgo la convivencia con su novia durante un mes. ¿Qué pensaría del matrimonio? Otro joven, más joven que el otro, que conocí deseaba ir como voluntario a un país en desarrollo. Su padre no le dejó porque “¿y si le pasaba algo?”.

La realidad es que nuestra capacidad de asumir riesgos es cada vez menor. Nuestro mundo, nuestra cultura, está obsesionada por la seguridad. Seguridad frente a la amenaza terrorista. Seguridad frente a los peligros de la naturaleza. Seguridad en las relaciones interpersonales. Seguridad frente a todo lo imaginable. Multiplicamos las medidas de protección hasta límites inimaginables. 

Hoy les invitare a todo lo contrario. Asi como en algun momento Jesus hizo con sus discipulos,  les invito a salir de la seguridad de la vida cotidiana y adentrarse en el mar de la vida, en lo desconocido, allí donde no se tiene la seguridad de la tierra firme debajo de tus pies. Les invito a arriesgarse, a saltar sin red, a confiar simplemente en la presencia y en la fuerza de que hay dentro nuestro, donde todo lo imposible, es posible,... Habitar y arriesgarnos desde nuestra Alma, sabiendo que al dar el salto, alguien nos espera en un gran abrazo.


Fuera de la comodidad de las cosas que creemos tenemos ahora, está nuestro Espiritú Divino que nos dice, sigamos adelante aun sin saber que puede ser de todos nosotros, una forma diferente de vivir caminando sobre las aguas de la vida. Se trata de salir de las pequeñas fronteras que nos hemos marcado, de lo habitual, de los prejuicios, de la forma común de pensar y de abrirnos a lo desconocido, al Padre que envía su lluvia sobre todos, sin distincion alguna, que es compasivo y misericordioso, que nos convoca y compromete a hacer de este mundo, un lugar mejor para vivir, donde todos encuentren un lugar donde sentirse acogidos.


No es fácil salir de lo nuestro, de nuestra casa, de lo de siempre. No es fácil asumir el riesgo de poner los pies fuera de la tierra firme, en la que nos sentimos seguros. Hay que confiar. En el fondo es una vieja historia. Ya se lo pidió Dios a Abraham, cuando le dijo: “Sal de tu tierra y vete a la tierra que yo te mostraré”. Por esa experiencia pasó el pueblo de Israel al salir de la tierra segura de Egipto (eran esclavos pero tenían seguros los ajos y las cebollas) y meterse en una peregrinación por el desierto que les llevaría a la tierra prometida.

Hoy se nos llama a confiar, a salir de nuestra tierra firme, dejar de lado nuestros prejuicios y abrirnos a la vida comprometidos a formar con todos las nuevas familias Espirituales, la comunidad en mesianismo colectivo. Hoy se nos invita a asumir riesgos, a vivir sin temor, a relacionarnos con las manos abiertas en signo de amistad. Sin dudar, porque nuestro Padre Madre Divino está con nosotros

Asumir riesgos es parte de la vida. El que sólo busca la seguridad renuncia a lo mejor de la vida. Como me dijo un amigo cuando era voluntaria y había roto un montón de platos preparando las mesas del comedor, “sólo el que trabaja con platos los rompe”. Asumir riesgos es también asumir que nos podemos equivocar, que podemos cometer y cometeremos errores, pero es mucho mejor que quedarnos arrinconados en el fondo de la barca. No se nos quiere ahí en lo comodo y seguro, sino que nos invita a salir, a caminar sobre las aguas, a poner nuestra confianza y seguridad en El y no en nuestras ideas o fuerzas.

 Asumir riesgos no es sólo una idea bonita. Significa, por ejemplo, asumir el riesgo de comprometerse con otro/a a formar una familia y ser testigos del amor de Divino o dedicar nuestro tiempo libre a ayudar a todos nuestros hermanos desde una asociación para intentar mejorar nuestra sociedad u optar por la vida Espiritual. Siempre con la confianza puesta en  lo Divino y que como seres humanos nos equivocaremos muchas veces,  pero siempre en cada momento tendremos la decision e invitación a salir de la barca y a ir más allá de donde nuestras fuerzas y nuestras prudencias nos aconsejarían. 


Bueno... ya es tiempo, de partir y arriesgarnos nuevamente en esta maravillosa aventura, llamada vida!


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