Revista Cultura y Ocio
Por Ezequiel Tena
Es imposible seguir el fétido acontecer de nuestra política. Día a día avanzamos pretendiendo que sabemos de las andanzas del Villarejo con que nos desayunamos por la mañana. Son tantos los villanos que los vamos conociendo sobre la marcha. A bote pronto tengo dos impresiones:
Primera: que lo destapado hasta ahora no es siquiera la punta del iceberg. El innúmero de seres corruptos es alarmante y creciente. Los controles ejercidos por la sociedad civil sobre el poder son inexistentes. No digo ya "poderes" en plural, pues vemos como se fusionan entre sí por la acción política. Incluyo a gran parte de la prensa y medios de comunicación en la fusión de intereses. Vemos a muchos de los periodistas defendiendo lo indefendible. Nos queda la difusión por las redes sociales, Acertemos o no con lo que difundamos, de momento todavía podemos hablar. Y ya sabemos cómo se las gastan los directores de facebook y twitter y de qué pie cojean: del mismo que las insituciones globalistas y globales. Ellos controlan los paquetes de información y castigan lo que escapa al cauce oficial de la verdad Dictada. A quienes creemos en la verdad nos resulta amenazante ver como se extiende la pandemia de la desinformación. O la forma en que se oculta la información. O cómo cunde la deformación: ya prendida en el interior de las mentes incapacitadas para el discernimiento. ¡Penosa amputación! Todo se fragua a expensas de la verdad. Sólo un grupo de profesionales (muchos de ellos no remunerados) está manteniendo a duras pensas-en precario- el pulso a este Estado anquilosado abocado a la senda totatlitaria por la mafia política y ciertos financieros extranjeros.
Segunda: el sistema empieza a devorarse a sí mismo. Víctima de sus excesos verbales y coercitivos, en el seno de las mafia los clanes desatan la vendetta. El nuevo Dios de la religión global también morirá: en realidad nació muerto. Y en su curso ha ido asesinando espíritu y razón allí donde los ha encontrado.
Buscad refugio. Poneos cómodos.