Revista Opinión

Corrupción e incompetencia, cáncer nacional

Publicado el 27 octubre 2014 por Jamedina @medinaloera

De la página Corrupción en México en Facebook.

Los últimos acontecimientos de Iguala, Gro., reflejan con claridad los dos grandes males que agobian a la sociedad mexicana: Corrupción e incompetencia en los distintos niveles de gobierno, que sumadas se traducen en impunidad para unos e injusticia para todos.

Sin esos dos elementos, corrupción e incompetencia, difícilmente se hubieran dado en Guerrero los terribles sucesos que hoy lamentamos no sólo los mexicanos, sino todos los pueblos de la Tierra.

El problema es que no se trata únicamente de Guerrero. Otros estados de la República presentan circunstancias similares, que si hasta el momento no han explotado, es simplemente porque Dios es grande; las condiciones están dadas desde hace tiempo.

Claro que sería injusto culpar de esta situación a un solo grupo de poder. El actual Gobierno federal es apenas parte del problema. La crisis nacional es agobiante, generalizada, con profundas raíces históricas, culturales y sociales, en la que todos estamos de alguna manera involucrados, aún sin quererlo.

Mucho podría hacerse si “desde arriba” se establecen políticas claras de buen gobierno, de servicio público efectivo para la gente más necesitada y para la clase media, no sólo para las élites de poder que a través de la historia han dado muestras del peor egoísmo.

No se trata de señalar culpables, porque no acabaríamos, pero sí de establecer prioridades en cuanto a obligaciones políticas y cívicas urgentes: En primer lugar están los partidos, que no han hecho otra cosa en las últimas décadas que tratar de afianzarse en el poder, haciendo a un lado el interés público; se venden al mejor postor, de eso no queda la menor duda.

Pero una vez entronizados en los gobiernos federal, estatal y municipal por sus respectivos partidos, ¿qué han hecho los gobernantes?, continuar la misma línea de defensa de intereses particulares y de grupos. Esto los lleva a nombrar a sus colaboradores no en función de su capacidad demostrada en el servicio público, sino de compromisos políticos y de amistad personal.

¿Por qué no ha prosperado en las legislaturas el tantas veces mencionado Servicio Público de Carrera, al que debieran sujetarse todos los gobernantes mexicanos? Por una sola razón: porque los políticos quieren seguir medrando a costillas de la gente, no obstante su comprobada ineptitud.

En estas circunstancias, a nadie debe extrañar que ocurran casos tan bárbaros como los de Guerrero (ni los animales alcanzaron jamás ese nivel de salvajismo).

Una verdadera revolución cívica, política y moral hace falta en el país. ¿Podrá el actual Presidente darle a México el giro político, moral y social que necesita? No dudo que pueda hacerlo, pero obviamente requerirá mucho apoyo de todos los mexicanos.

Artículo publicado por la revista Portada de México en su edición de octubre de 2014.

 


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