En su último informe el presidente Enrique Peña Nieto reconoció la corrupción como uno de los principales problemas de México. Sin embargo, la percepción general es que su régimen no es consecuente con este reconocimiento, puesto que no se aprecian las medidas concretas y eficaces para combatirla a fondo.
A nivel mundial, México se ubica en el lugar 103 de una lista de 175 países en el Índice de Percepción de la Corrupción 2014 de Transparencia Internacional, mientras que de acuerdo con reciente estudio del Centro de Investigación Pew (Pew Research Center), sólo 27 por ciento de los mexicanos aprueba el manejo oficial en el tema de la corrupción, lo que significa una caída de 15 puntos en comparación con hace un año.
En su informe, Peña admitió que los escándalos por las casas que él, su esposa y su secretario de Hacienda compraron a contratistas favorecidos por el gobierno provocaron “enojo e indignación”. Se disculpó por ello, pero parece que no detectó la incredulidad que muchos sintieron cuando en una investigación del propio gobierno los exoneraron del asunto de conflictos de interés.
De hecho, en su informe, el propio Peña, subestimando al mayor enemigo de la sociedad, antepuso a la corrupción la desigualdad social y el entorno internacional como principales problemas del país.
En pocas palabras, todo indica que a la mitad de su régimen, el presidente está perdiendo la batalla para obtener la confianza y el apoyo de la gente, debido básicamente a su falta de compromiso por la honradez y transparencia en la administración pública.
Artículo publicado por el diario La Crónica de Hoy Jalisco en su edición del viernes 25 de septiembre de 2015.