Una vez más Raúl Castro le miente al mundo al decir ante las cámaras televisivas que “los periodistas independientes” se gradúan en un curso de la SINA y que, además, reciben una “mesada”. Graduados de ese curso, he conocido abogados, médicos, economistas, entre tantas profesiones. Recuerdo que en algún momento estuve interesado por pasarlo, pero nunca concreté mi ingreso. Pero no hubiese estado de más estudiarlo. El conocimiento siempre me es bienvenido.
El general Raúl Castro, si decidió nombrarnos, lo hizo con el consabido desprecio de siempre, al preguntarle a su Canciller lo de “independiente”, pues cree él que esa es la manera de rebajarle importancia a tan digna condición. Parecida actitud fue la que mostró cuando mencionó el libro biográfico del presidente Barak Obama, “me lo he leído por arriba”, dejando claro que no merecía el espacio o la importancia necesaria para dedicarle su “precioso tiempo”.
No obstante, cuando el dictador de turno mencionó a los periodistas independientes, dejó escapar ese cinismo característico que se posa en su rostro como el ave de rapiña que es. El tirano es incapaz de reconocer que no es exactamente una “mesada” lo que nos corresponde, sino la “mazada” que sus secuaces asestan contra aquellos que hemos decidido pensar diferente, salirnos del redil y ejercer un periodismo y un pensamiento libre, que no se aprenden ni se enseñan en ninguna Embajada u Oficina de Intereses. Es lo que se lleva dentro y aflora en la medida que necesitemos ser honestos con nosotros mismos y estemos complacidos con el solo hecho del sacrificio al costo que sea necesario. Y eso no nos convierte en valientes ni en héroes, solo nos brinda una tenue sonrisa y gozo en el alma.
Ojalá que sus “periodistas oficialistas” al menos se sientan útiles y no ecos informativos de la oficina ideológica del Comité Central del Partido Comunista.
Sí, PERIODISTA INDEPENDIENTE y a mucha honra; y aunque no quiera reconocer que le quitamos el sueño, sabemos cuál es nuestra labor y qué palabras y de quiénes nos ofenderían. Viniendo de su parte no es una ofensa su desprecio, lo recibimos como reconocimiento al oficio de ser la voz de los oprimidos, los que sufren bajo su bota estalinista, y nos convoca para hacerlo mejor y mantener la rotunda convicción de que el sol jamás se podrá tapar con un dedo, ni siquiera con cárcel o sangre.
Ángel Santiesteban-Prats
13 de mayo de 2015
Prisión Unidad de Guardafronteras
La Habana