Cuando la aerolínea uruguaya Pluna quebró y la población de ese país asistía asombrada a las negociaciones, una cortina de humo que olía sospechosamente a cannabis invadió el país, impidiendo a sus habitantes ver más allá de sus narices.
Mújica decidió llevar al parlamento una propuesta de ley en la que pretendía que el estado controlara el mercado de la marihuana, más concretamente: “el Estado asumirá el control y la regulación de las actividades de importación, exportación, plantación, cultivo, cosecha, producción, adquisición a cualquier título, almacenamiento, comercialización, y distribución de cannabis o sus derivados”.
Esto dejaba fuera el autocultivo de cannabis, desde las famosas white widow o sensi seeds hasta el cannabis puramente medicinal, algo que los consumidores habituales no aceptaban, y creó un terremoto mediático en el país.
Olvidado pues el tema de los aviones, la ley empezó a ir y venir y a transformarse. Finalmente, en diciembre del año pasado Mújica afirmaría que “la sociedad no está madura”, y daría marcha atrás al proyecto de ley.
humoCierto es que una encuesta publicó que el 64% de la población estaba en contra de la ley, y que su propio partido era un campo de batalla, pero otras voces protestan porque un partido en el poder consulte sobre cada proyecto de ley que pretende llevar al parlamento.
Sea como sea, parece que el sueño de una ley que no contentaba a nadie acabó. Y cuando el humo se ha dispersado, podemos preguntarnos ¿queda algo de ese intento de nacionalizar la marihuana? Quizás sí. Más información sobre la marihuana, algo que nunca está de más, y un debate necesario en todos los países que siempre se echa de menos.
El presidente Mújica sugiere esperar, ir más despacio, hacer entender a su pueblo que la lucha contra el narcotráfico pasa por una legalización de la marihuana. Esperemos que la próxima vez que este tema salte a la palestra no se llenen los periódicos y las televisiones de humo, y nos permitan ver las cosas con la claridad que se merecen.