Como gusta mucho ensalzar las efemérides de fecha redondeada, ayer, al cumplir Al Pacino los 70 años de edad, alguien volvió a preguntarle por qué nunca se ha casado. Lacónico, contestó un no lo sé con aroma circunstancial. Se sabe que, aun no habiéndolo hecho, el actor ha tenido tres hijos con dos de sus parejas. Ha sido siempre un convencido cancerbero de su intimidad, y pocos son los elegidos que conocen los entresijos de su vida privada. Una de las frases del enigmático Michael Corleone, aquel personaje con el que Francis Ford Coppola lo rescató un día del anonimato, es aquella en la que se asegura que “toda mi vida he luchado por proteger a mi familia”.
Cuarenta películas –de lo mejor y lo peor en la carrera de un actor– jalonan sus ocho nominaciones al Oscar. Sorprendentemente, con ningún Padrino se alzó con la estatuilla y sólo aquel coronel ciego y chiflado de Esencia de mujer obró el sueño de todo artista del celuloide. Pacino, que cumple ahora 70 años, dice que aún es joven para casarse, que todavía hay esperanza para ello y que sueña con dar vida algún día al Rey Lear, en un frenesí permanente por indagar en la metódica duda shakesperiana.