El viernes reflexioné sobre el hecho de que siempre hay alguien mejor o peor que tu y que por lo tanto las comparaciones no son muy útiles. Me inspiró en pensar en muchas de las cosas que yo hago francamente mal. Al final de la lista te cuento lo que pienso hacer con esta lista.
Soy incapaz de
- coger una cosa del sótano de mis padres sin cantar en voz alta. A pesar de que ya he encendido la luz.
- comer solo un trocito de chocolate. Imposible.
- ver series sin comentarlo con quién sea que esté a mi lado. Es que me aburro.
- nadar distancias largas. O nadar muy rápido.
- hacer Apfelstrudel, este postre típico alemán que requiere 70 años de experiencia, cómo mínimo.
- hacer la maleta con antelación. Ya cogeré las cosas más importantes cinco minutos antes de salir por la puerta. Cierto, el pasaporte.
- hacer la planificación para los próximos cinco años. Otra razón por usar el plan estratégico de felicidad.
- tener una opinión fundada y decisiva acerca del tipo de flores que decorarán el pastel de boda. Menos mal que no me caso sola.
- tocar el piano. Veo demasiadas teclas.
- aceptar que mis dotes de canto no han mejorado con los años. Y soy buena en fingir de que no me doy cuenta que los demás disimulan.
- diferenciar la c, la z y la s cuando hablo en español. Tengo excusa, lo aprendí en Ecuador.
- coger la llamada de un número desconocido. Para eso tengo un contestador simpático, para poder contestarte sin el susto.
- maquillarme. Espero poder lucir rímel y algo de sombra de ojos en la boda (para que no digan que no lo he intentado).
- recordar detalles que no están en mi agenda ni anotado en algún papelito. O en el móvil.
- multitasking. Especialmente si una de las dos tareas incluye el uso de un navegador.
- no leer el libro hasta el final, aunque me aburre a muerte.
Técnicamente no soy incapaz de hacer estas cosas. Imagino que con la cantidad correcta de motivación y algo de dedicación podría mejorar en muchos de los aspectos. Sin embargo, a la hora de la verdad, me da un poquito igual.
Perdónate y sigue adelante
No soy perfecta en todo, ¿y qué? Quizás en un mundo ideal encontraría una solución. Aunque, en realidad no se trata ni de encontrar una solución, puesto que la mayoría de las cosas que hago mal no me importan lo suficiente como para detectarlos como un problema (mi entorno quizás discrepa de esta evaluación).
Así que me hoy me doy permiso que no tengo que ser perfecta en todo. Y más: ¡hoy me doy permiso de no mejorar estos aspectos! Me doy permiso de no poder con el Apfelstrudel. Ya lo compraré en una pastelería especializada. Acepto de que mi voz no es la más bella y disfrutaré igual en el Karaoke de la boda. No perderé horas preciosas de mi vida en mejorar algo que en realidad no tiene tanta importancia para mi. Este tiempo lo dedicaré para exceder mis propias expectativas en otros ámbitos.
PD: Esta lista no es ni completa ni fija. Los intereses y las motivaciones cambian. Descubro pasiones que antes no tenía y me aburro de cosas que antes me encantaban. Y a ti te pasa lo mismo. No eres una persona estática, así que: Acepta los cambios, acepta tus cambios y trabaja con ellos, no contra ellos.