
Hoy viajamos hasta el segundo planeta desde el astro que da nombre al sistema solar fue bautizado en honor a la diosa del amor, conocida por los griegos como Afrodita. Carece de satélites naturales y es similar en masa, tamaño y composición a la Tierra, aunque la temperatura media (más de 400 grados) y la atmósfera (compuesta fundamentalmente por dióxido de carbono y otros gases venenosos y de efecto invernadero) no ofrecen las condiciones óptimas para la vida.
Sin embargo, ya conocéis el dicho “La vida se abre camino” y, aparte de algunos indicios recientes como el descubrimiento de fosfina (surge por degradación de la materia orgánica), los cómics nos han dado sobradas muestras de que no sólo alberga seres vivos, sino que es el planeta más fértil en dinosaurios y dinosauroides de todo el universo conocido. Y si alguien lo dudaba, tras leer este post le va a quedar meridiamente claro.
Gustavus V. Pope escribió A Journey to Mars (1894) y su continuación A Journey to Venus (1895), siendo pionero en describir el planeta plagado de dinosauroides, y también en llevar a los reyes del Mesozoico al espacio: “A lo largo de las costas, tomando el sol en la arena o revolcándose en los pantanos fangosos, había enormes reptiles terrestres, los iguanodontes, megalosaurios y dinosaurios”. Y así comenzó el mito de los dinosaurios venusianos, que recibió un apoyo por parte de la comunidad científica cuando el premio Nobel Svante Arrhenius publicó Stjärnornas öden (El destino de las estrellas, 1915), en la que sostiene que Venus está cubierta de pantanos como los de antiguos periodos terrestres, envueltos en un clima húmedo similar al de las selvas tropicales.

Laurence Manning publicó en Wonder stories los relatos The Voyage of the Asteroid (1932) y su secuela en tres partes Wrecked of the Asteroid (1933), con inteligentes dinosaurios venusianos.

Los cómics europeos parecen haber sentido cierta debilidad por los dinosaurios venusianos. En “Un drôle de lapin” (1935), los clásicos galos Zig y Puce (1925, Alain Saint-Ogan) encuentran en Venus una curiosa mezcla de conejo y saurópodo.
En el diario británico Sun, “POS” publicó la tira Voyage to Venus (1947), con númerosos dinosaurios. Pero el gran éxito del cómic de aventuras inglés fue Dan Dare, Pilot of the Future, que Hampton publicó desde el primer número del semanario Eagle (1950) y comienza con un viaje a Venus, donde conocerá a unos reptilianos descendientes de dinosaurios, con los que conviven. Y en la revista de Amalgamated Press Super Detective Library (1953) aparecieron las historietas anónimas con dinosauroides «The Planet of Peril» o «Revolt in Venus».


La revista Coronet publicó el relato “Mr. Smith Goes to Venus” (1950), en la que una familia del año 2.500 va de vacaciones al planeta y visita a el zoológico de Venópolis, cuya principal atracción son los dinosaurios, que también se cotizan como trofeos de caza mayor.

Pascual Enguídanos escribió la serie de novelas Luchadores del espacio, que incluía La saga de los Aznar– que nadie se asuste- (1953), que publicó Valenciana con cubiertas de dibujantes de cómic de la casa como Tomás Porto, José Luis Macías, Vicente Ibáñez Sanchís o José Lanzón. Mejor serie europea de ciencia–ficción en la EuroCon de 1978 celebrada en Bruselas, la saga comienza cuando Miguel Ángel Aznar busca platillos volantes en el Himalaya y acaba transportado a un Venus tropical con dinosaurios cuyos habitantes cabalgan sobre pterosaurios. Matías Alonso realizó la primera adaptación al cómic en 1959 en la colección «Hazañas de la juventud audaz», a la que siguió otra de Antonio Guerrero Pinín.
Venus está plagada de dinosaurios en la saga germana Perry Rhodan (K.H. Scheer y Walter Ernsting, 1961), a cuya primera adaptación al cómic en 1967 por Kurt Caesar siguen otras en 1968, 1971 ó 1972 en la revista Bravo.


La película rusa Planeta Bur (1962, Pavel Klushantsev) narra una expedición a Venus que encuentra dinosaurios. Wah Chang –autor del corto Dinosaur, the Terrible Lizards (1970)- realizó los efectos especiales de los remakes Voyage to the Prehistoric Planet (1965, Curtis Harrington) o Voyage to the Planet of the Prehistoric Women (1968, Peter Bogdanovich). Llegó a ser tan habitual encontrar dinosaurios en las selvas tropicales ocultas bajo las inmensas nubes de Venus que, en su serie Cosmos, el propio Carl Sagan se vio obligado a desmentir todo parecido con la realidad.
Algo nostálgico por aquel Venus de antaño, SM Stirling publicó The Sky People (2006) en la que describe un universo alternativo en que la carrera espacial comienza con sondas soviéticas que llegan al planeta en 1962 y descubren neandertales. Pronto se establecen bases tanto rusas como yanquis, que descubrirán que también lo habitan dinosaurios.
Para concluir nuestra etapa de hoy, te invito a una partidita del videojuego arcade Solar Warrior (1986), donde podemos disparar a dinosaurios venusianos.
