por Jaime Amsel
Un emprendimiento, más si es de base tecnológica, o startup , es distinto a una pequeña o mediana empresa (pyme), y puede impregnar al país de cultura de innovación, lo que exige a los Gobiernos, las instituciones y a la misma sociedad distinguirlo.
"La innovación es para el siglo XXI lo que la Revolución Industrial fue para el siglo XIX", dice Jaime Amsel, docente de Herzliya Interdisciplinary Center (IDC) y de Academic College, en Israel. "Hay que apostar por las iniciativas que buscan ir al mercado global para que contagien de innovación al resto".
Amsel visita el país por invitación de la Universidad Nacional y el Sistema Nacional de Banca para el Desarrollo.
El premio Nobel de Economía Edmund Phelps contrapuso en un artículo en el semanario El Financiero, la semana anterior, la política económica de la demanda (de que el gasto genera demanda y luego empleo) a la innovación y el emprendedurismo. ¿Son opciones opuestas?
Son opuestas si los políticos aplican el modelo antiguo del gobierno como generador de empleo y omiten innovación y emprendimiento. El Gobierno debe impulsar la innovación y ayudar al emprendedor a crear empleos. Que el joven universitario, en lugar de pensar en terminar una carrera para ser empleado de por vida, piense en crear una empresa.
Las startups están asociadas con el alto riesgo por la crisis de las puntocom, en el 2000, y por el lado de la innovación, a la especulación, en el 2008. ¿Hablamos del mismo tipo de startups"
Las startups han aprendido de las dos crisis, han madurado. Hoy se sabe qué funciona y qué no, cómo manejar el capital de riesgo. Los inversionistas aprendieron a diferenciarlas en el rol de los inversionistas ángeles para la innovación (aportan capital inicial).
Antes nos hablaron de exportar, de conglomerados, de ventajas competitivas, y ahora, de emprendedurismo.
Lo básico es dar valor agregado. Si se exporta, se atraen divisas; si se innova, se tiene una ventaja para exportar. Los emprendimientos más exitosos son los que empezaron enfocados en exportar, una característica de los startups en países pequeños pues (como Israel) ahí se puede probar y mejorar el producto. Pero la idea siempre es exportar y vender la startup a una firma extranjera.
Muchas son las diferencias que se han planteado entre el Silicon Valley y el Silicon Wadi, como se conoce a Israel, por su industria tecnológica y el auge de startups . ¿Cuál es la marca de los emprendimientos en Israel?
En Silicon Valley, el startupista [sic] es más comercial y local, más metódico y lento, más de largo plazo, del espectáculo (a lo Hollywood y bolsa de valores). El startupista [sic] israelí es holístico (crea para un móvil y para una obra de teatro o para ayudar a niños discapacitados). Va más a prueba y error; tiene más conexión a la ciencia y a otras personas en distintos países; confía más en su equipo y en su propia capacidad para resolver desafíos; aprende del error, y apuesta más a innovaciones pequeñas y útiles.
¿Cuál factor nos falta aquí?
En Costa Rica se está pensando en grande, pero la innovación y el emprendimiento es pensar en pequeño: luego vendrá lo grande. Eso sí, aquí el capital social es muy alto, se ve su calidad y capacidad de absorber lo nuevo. Es una buena base para la innovación.
En Costa Rica hay un grupo pujante creando startups , con muchas ganas de hacer cosas, pero llegan a las instituciones y las ven como pymes.
No es lo mismo.
¿Cuál es la diferencia?
Una pyme hace lo mismo que muchas otras y después de cinco años desaparece, y es más individual. La startup tiene más riesgo porque incluye innovación, tiene un producto único en muchos kilómetros a la redonda, es más trabajo en equipo y ahí no tiene sentido un jefe. Eso requiere, del Gobierno, entender la diferencia.
Eso obliga a diferenciar los servicios y programas.
El problema es que el político es adverso al riesgo y proclive al corto plazo. La cultura de innovación y emprendimiento es a largo plazo. Con startups, se debe aprender y difundir ese aprendizaje. A las pymes les beneficia la formalización, pues eleva la calidad. Con ambas hay que apostar a la cantidad: mientras más, se obtendrá más calidad.
Tendríamos pymes de sobrevivencia y las que quieren crecer, y las que van al mercado global.
Hay que apostar por estas últimas. Exportar requiere una mentalidad diferente y eso se difunde al entorno cultural. El país debe reconocer al startupista [sic]. Antes de venir acá, busqué en Internet y no me apareció ninguno. Aquí existe el criterio de que debe ser alguien humilde. Debe ser más bien una celebridad que impregne el ambiente y la cultura de innovación en el país.
Fuente http://entornointeligente.com/articulo/6791756/COSTA-RICA-Jaime-Amsel-La-startup-no-es-una-pyme-25082015