Hace un par de semanas se celebró ArtBo, la feria de arte que se realiza en Corferias (Bogotá) que permite conocer la situación del arte contemporáneo en Colombia. El diario Portafolio entrevistó a Carolina Ariza, colombiana que desde hace 15 años reside en Francia, donde es directora de investigación para Latinoamérica del Museo Nacional
de Arte Moderno del Centro Pompidou de París. Fue invitada a la feria para que pudiera conocer en primera persona el actual arte colombiano y de la región.
“Llevo varios meses adelantando la investigación sobre Colombia y casi
todo el trabajo se ha hecho de manera virtual, con excepción de algunos
encuentros que he podido tener en Europa, así que la oportunidad de
entrar en contacto directo con lo que ocurre en Colombia es realmente
apasionante”.
¿Cuál es el impacto y la importancia de esta clase de ferias de
arte en las que no sólo se puede ver y comprar obras, sino también
debatir, conocer a los artistas, a los críticos, a los curadores e
interactuar con ellos?
Las ferias son puntos catalizadores de encuentros, son eventos que
aceleran los procesos en la medida en que facilitan los contactos y
permiten una visualización condensada de lo que está pasando en el
contexto. También son excelentes termómetros que permiten ver la manera como se inscribe el arte local dentro de la esfera global. Desde hace tiempo las ferias dejaron de ser simples espacios para el
mercado del arte y el coleccionismo y empezaron a tener un enfoque
teórico muy marcado.
¿Qué tanta presencia tienen los artistas latinoamericanos en el Centro Pompidou?
Depende de las zonas geográficas. Por ejemplo, Brasil está muy bien
representada, al igual que los históricos de Argentina y Chile. Estos,
porque con los golpes de Estado, muchos artistas se exiliaron en París y
allí hicieron gran parte de su producción.
¿Y Colombia?
Sólo hay una artistas, Adriana García, de 33 años. Es una videoasta que
vivió en París 10 años y es muy familiar para el público de allá.
¿Cuál es la percepción que se tiene en Francia del arte contemporáneo colombiano?
En realidad, tiene poca notoriedad, pero gracias a las bienales
internacionales los parámetros están cambiando. Las bienales han
permitido dar a conocer algunos artistas colombianos muy importantes,
que eran totalmente desconocidos en el exterior. Evidentemente Doris Salcedo es la artista de mayor reconocimiento
internacional, pero no podemos olvidar que en los últimos años se han
destacado otras figuras que han participado en diferentes bienales:
Óscar Muñoz estuvo en la de Venecia en el 2007 y Alberto Baraya, en la
del 2009. Actualmente, en la Biennale de Lyon Colombia cuenta con la
representación de cinco artistas: Nicolás París, François Bucher,
Oswaldo Maciá, Gabriel Sierra y José Alejandro Restrepo. También se han dado a conocer importantes artistas colombianos en las
bienales y ferias de arte latinoamericanas a las que los europeos acuden
cada vez con mayor interés.
En la Bienal do Mercosul, curada por el colombiano José Roca,
participan Wilson Díaz, Juan Manuel Echavarría, José Alejandro Restrepo,
María Elvira Escallón, Mateo López y Oswaldo Maciá. Existen casos particulares como el de Gabriel Sierra, quien se dio a
conocer en Francia cuando expuso en el 2006 en el centro de Arte
Contemporáneo de Bretigny, o el de María Fernanda Cardoso, quien
presentó en el 2008, en el Centro Pompidou, el Circo de pulgas.
¿Qué tanto interés hay en Francia por la producción artística
colombiana, no sólo en cuanto a compradores y coleccionistas, sino
también en las instituciones museales?
El interés actual en Latinoamérica es evidente. En Europa existen
coleccionistas importantes apasionados por el arte latinoamericano, pero
dichas fronteras geográficas cada vez son menos marcadas en ese
sentido. Los coleccionistas se empiezan a interesar en lo que está pasando
actualmente en Colombia, aunque la información aún sigue reservada a
ciertos especialistas que tienen una conexión directa con el país.
¿Se ha contizado el arte latinoamericano?
Claro, y como América Latina está tan fuerte, los mismos coleccionistas
de la región han invertido en sus países y están comprando obra de
artistas de sus vecinos. Se ha vuelto costoso.