
El estallido a comienzos de 1825 de un virulento brote de tifus, acentuado por la debilidad de las jóvenes alumnas y las condiciones de la escuela, provoca la infección de muchas de ellas y obliga a suspender las clases. Esto supondría una gran liberación para algunas de las alumnas, para la mayoría; no así para Maria, que en febrero con síntomas de la tuberculosis, cuando poco podía hacerse ya, es enviada a casa, en donde muere en mayo de 1825. Poco después, al principio del verano de ese mismo año, fallecería Elizabeth, tras ser enviada a casa desde Cowan Bridge con síntomas de la misma enfermedad.
Unos treinta años después, una compañera describe a Elizabeth Gaskell los crueles descuidos que sufrió la pobre Maria en la escuela y que aquella reproduce en su conocida biografía sobre Charlotte Brontë,
"El dormitorio en el que Maria dormía era una gran sala… y en el fondo… había una pequeña habitación… que estaba preparada para el uso de la señorita Scatcherd. La cama de Maria era la mas próxima a la puerta de esta habitación…Una mañana en que (Maria) se había despertado verdaderamente mal por tener un vejigatorio en su costado (y la herida no estaba todavía completamente cerrada), al sonar la campana para levantarse, la pobre expresó que se sentía tan enferma, tan realmente enferma, que anhelaba quedarse en la cama; algunas niñas le insistieron para que lo hiciera y que ellas se lo explicarían todo a la señorita Temple, la superintendente. Pero la señorita Scatcherd estaba al lado y Maria tuvo que soportar su cólera antes de que la amable solicitud de la señorita Temple pudiera intervenir. Por lo cual la niña enferma comenzó a vestirse, temblando de frío, y sin dejar la cama se puso lentamente sus medias negras en las delgadas piernas (la informadora cuenta que en cuanto vio esto, mostró en su rostro una tremenda indignación). Entonces la señorita Scatcherd salió de su habitación y, sin formular una sola palabra para pedir una explicación a la muchacha enferma y asustada, la asió por el brazo, por el mismo lado donde el vejigatorio había sido aplicado, y con un vigoroso movimiento la tiró al suelo, insultándola por tener tan sucios y desordenados hábitos. Y allí la dejó. La informadora cuenta que Maria apenas habló, excepto para suplicar a algunas de las más indignadas compañeras que se tranquilizasen; pero despacio, con movimientos temblorosos y muchas pausas, bajó las escaleras. Fue castigada por llegar tarde.”
Maria Brontë
Cowan Bridge quedaría para siempre inmortalizada como la institución Lowood, dirigida por el insensible Brocklehurst, en Jane Eyre, de Charlotte Brontë. La inteligente, piadosa y paciente Helen Burns de la novela sería creada por Charlotte, veinte años más tarde y como ella misma afirmó, en memoria de su dulce y lúcida hermana mayor, cuya muerte lloró durante toda la vida. Muchos lectores ya en la época de la publicación de la novela (1847) opinaban que el personaje de Helen era "Too good to be true"; Charlotte insistía ante estos comentarios en que era un retrato fiel y fidedigno de su querida hermana. Son numerosos los libros sobre las hermanas Brontë, desde la muy recomendable biografía de Elizabeth Gaskell ya mencionada, el libro de James Parton de 1886, Daughters of Genius, hasta el precioso y muy ameno libro titulado Las hermanas Brontë en Howarth, de Juliet Gardiner, (Odín Ediciones) que además de encantadoras ilustraciones contiene un detallado análisis, a través de cartas y otros materiales, del mundo interior de las Brontë. Volveremos a él...