En los años inmediatamente anteriores al estallido de la guerra del Peloponeso, en la Atenas gobernada por Pericles, Ciro Espitama, embajador del Gran Rey persa, escucha una conferencia del griego Heródoto y en la cual se narran desde el punto de vista griego las guerras médicas. Irritado por una versión que el persa considera contraria a la verdad histórica, en el ocaso de su vida decide ofrecer su peculiar versión del conflicto que enfrentó a griegos y persas.
Así comienza una de las mejores novelas históricas que he leído, Creación, del escritor norteamericano Gore Vidal. Dicha obra ofrece una visión del mundo del siglo V antes de Cristo de la mano de un personaje ficticio, Ciro Espitama, hijo de padre persa y madre griega, que une a esta mixtura genética el hecho de ser nieto del profeta del Sabio Señor Ahura Mazda, Zoroastro, cuyo asesinato en Bactria abre precisamente los recuerdos o memorias del embajador persa ante Pericles. La visión que a través de Espitama ofrece Gore Vidal es atípica y sirve de contrapunto a la visión clásica del conflicto que ofrece la Historia de Heródoto: en Creación se nos ofrece una visión claramente pro-persa del conflicto, y las guerras médicas (a la que el autor se refiere como guerras griegas) no son más que un conflicto interno entre diversas facciones griegas, una de las cuales pretende involucrar en su favor al mayor imperio de la época, el imperio persa, gobernado de forma autocrática por Darío, el Aqueménida, cuyo oscuro secreto se ofrece en el capítulo cuarto (“La decadencia de la divina Gloria Real”). Puede sorprender que se califique a los griegos de “bárbaros” y se oponga como modelo de civilización y cultura al mundo persa; puede sorprender también el hecho de que se describa con tintes bastante oscuros los defensores de la isonomia mientras que se tengan por lo general palabras algo más amables para los tiranos que dominaron la Grecia arcaica. Pero sorprende aún más que una novela ambientada en el siglo V antes de Cristo, el “siglo de Pericles” no se centre en el mundo griego más que de forma tangencial en las primeras y últimas páginas de la obra, sino que se recree en una detallada descripción de las estructuras y costumbres persas así como de las numerosas embajadas que el protagonista de la obra, Ciro Espitama, realiza a tierras del este, en concreto a los dieciséis reinos de la India (entre los que destacan los conflictos políticos internos que sufren los reinos de Majhada y Koshala) así como los ducados que integran Catay, donde se describe con cierta admiración la cultura china pero sin ocultar los aspectos más siniestros y crueles, como el que prosigue al funeral del duque Ping. La amistad que desde la juventud une al nieto de Zoroastro con el heredero al trono persa sirve de hilo conductor a la novela. Pero si algo persigue de forma inevitable a Ciro Espitama es el afán por conocer el hecho de la creación, es decir, la contestación a una pregunta tan fundamental como el origen del mundo. Así, aparecen por la obra personajes reales como Anaxágoras, Sócrates, Buda o Confucio. Ciertamente, Gore Vidal nos ofrece en estas seiscientas páginas un gran fresco histórico del mundo oriental acompañado de un abierto desdén por el mundo occidental representado por los griegos.
He leído esta obra cuatro veces y nunca me ha decepcionado, pese a que considere equivocados alguno de los puntos de vista del autor, aunque ello no obsta para que manifieste mi admiración por el autor de otra de mis novelas históricas favoritas: Burr, una biografía novelada del que fuera tercer vicepresidente de los Estados Unidos y en la que Vidal vuelve a hacer gala de su heterodoxia narrativa.
La obra
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Hossein Farjami: Traditional Folk Music from Iran
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