La Carta Arqueológica de la provincia de León ha pasado en seis años de 3.000 a 3.722 enclaves arqueológicos inventariados desde el Paleolítico a la Edad Media y de tener 12 yacimientos BIC a 38.
La carta arqueológica de León, una especie de mapa de los tesoros, se ha llenado de marcas en los últimos seis años. Señalan los lugares en los que se han detectado restos de antiguos asentamientos, desde el Paleolítico a la Edad Media. De 3.000 enclaves arqueológicos registrados en 2009 se ha pasado a los 3.722 actuales. De ellos, 38 tienen la condición de Bien de Interés Cultural (BIC), y 487 están incluidos en el Inventario de Bienes del Patrimonio Cultural de Castilla y León. Según la Junta, el listado de yacimientos arqueológicos «es un documento vivo, cuyos datos están en constante actualización».
En el subsuelo está escrita la ‘biografía’ de los pobladores que habitaron esta provincia desde la Prehistoria. Auténticos cofres del tiempo que han preservado restos que van desde la Edad del Hierro a la época moderna, esenciales para saber cómo eran y cómo vivían nuestros antepasados.
UN INVENTARIO CAMBIANTE
La Junta elabora desde hace décadas un inventario con todos los lugares arqueológicos de interés, donde incluye datos como su ubicación, cronología, tipología, estado de conservación, descripción general, materiales arqueológicos, tipos de actuaciones y planos. Es un mapa cambiante, en el que figuran los yacimientos arqueológicos conocidos, descubiertos gracias a prospecciones, hallazgos casuales y nuevas técnicas que han convertido la arqueología en una ciencia que se puede practicar desde casa.
Los georradares, que desvelan lo que esconde el subsuelo sin usar el pico y la pala; la detección por satélite, cuyo precedente son los vuelos arqueológicos y las fotografías aéreas; y el PNOA (Plan Nacional de Orografía Aérea), que escaneó hace años toda la Península, con lo que los expertos sólo tienen que consultar las imágenes, explican la proliferación de nuevos yacimientos en el mapa arqueológico de León.
Sin embargo, el trabajo de campo sigue siendo imprescindible para localizar, por ejemplo, las decenas de petroglifos que el aficionado astorgano Juan Carlos Campos ha localizado en los últimos años desperdigados por Maragatería, algunos de ellos únicos en el mundo.
SÓLO UN MÍNIMO PORCENTAJE HA SIDO EXCAVADO
Sólo un mínimo porcentaje de los 3.722 yacimientos catalogados por la Junta han sido excavados. La falta de subvenciones ha reducido en los últimos años los proyectos de investigación y, consecuentemente, las excavaciones, que prácticamente sólo se llevan a cabo cuando es imprescindible. Los yacimientos arqueológicos en ningún caso son excavados al completo. La legislación establece la necesidad de acotar zonas de reserva arqueológica, de modo que su preservación para el futuro quede garantizada. Por ello, es fácil adivinar que quedan aún muchos ‘tesoros’ por descubrir.
Probablemente sólo un golpe de suerte, como ocurrió con los petroglifos o los dos esqueletos hallados en una cueva de Arintero —cuyo ADN es el más antiguo que se ha logrado secuenciar—, puede sacar a la luz el ingente patrimonio que yace bajo la ‘piel’ de esta provincia. Resulta paradójico que el título de BIC, que sólo ampara a 38 zonas arqueológicas, fortificaciones y yacimientos de arte rupestre, no ha impedido que algunos hayan sufrido todo de infortunios, incluido el expolio de Librán o Lancia; o el caso de la villa romana de Los Villares, donde la concentración parcelaria resultó letal para los restos.(Fuente: Diario de León / Verónica Viñas)
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