Sylvester Stallone ya no está para subirse a un ring a dar puñetazos. La edad es un poderoso compañero de viaje que no hace distinciones y el actor neoyorkino, que siempre ha sido el más listo de la clase y sabe que ya no puede ejercer su título de mayor icono del cine de acción, se sitúa esta vez física y metafóricamente en un rincón del proyecto.
En Creed vuelve Sly a encarnar al mítico Rocky Balboa que tanto le ha dado a su carrera; pero esta vez lo hace desde el papel secundario del entrenador del hijo del que fuera su gran primer rival de la saga y también amigo, Apolo Creed, interpretado con mucha soltura por Michael B. Jordan, un actor de hasta ahora segunda fila que aspira a mayores cotas. Es justo desde esa segunda línea desde la que Stallone encara el personaje con un plus de intensidad que confirma la facilidad del actor para contagiar tierna empatía hacia perdedores o gigantes crepusculares que ya se atisbó en Copland. Este trabajo, quién lo iba a decir hace un par de décadas, le ha supuesto a “Rambo”, a sus casi setenta años, entre otros reconocimientos un Globo de Oro y una nominación al Oscar como mejor actor secundario. ¿Ven como sí que salió listo el chico? Nadie como él para transformar la carencia en virtud…
El caso es que no seré yo el que cuestione su innegable pedazo de trabajo en esta cinta, que se devora desde un rincón como debe ser, con una gran actuación y no por exceso de foco.
Pero no solo en la credibilidad interpretativa se sustenta una cinta a la que el joven director Ryan Coogler ha sabido aportar fluidez, soltura técnica (hay un par de planos-secuencia a los que esta saga no está acostumbrada) y toques de la épica de las mejores entregas de Rocky, pero con propia y nueva personalidad. Porque no se trata de una secuela de la historia del más famoso boxeador del cine, aunque él sea uno de los protagonistas. Se trata de un renacer del género con otro rostro, parecidas intenciones y el beneplácito productor del original. Los cánones de este tipo de historias no permiten grandes sorpresas, pero el hecho de la clara huída del topicazo dulzón y algún que otro detalle tecnológico que deja evidencia de que no se trata de una entrega para nostálgicos que se niegan a salir del cine de los ochenta surten su debido efecto. Estos elementos sacados de un guión consistente y bien tratado dan empaque propio a un proyecto que muchos creíamos pasado de rosca desde la misma concepción de la idea de “resucitar” al Potro Italiano. Nuevamente, qué malos son los prejuicios. Que nadie busque las archifamosas fanfarrias en esta gran banda sonora, ni a Stallone levantándose in extremis de la lona (aunque siga llamando a Adrian), al menos en lo literal de la afirmación. Pero más allá de eso, estamos ante una película interesante y emocionante hasta para los menos amigos del cine de boxeo y/o superación. La buena noticia es que habrá secuela, claro está. La mala es que parece ser que por incompatibilidad de agenda será otro director el que la ruede. Quedamos expectantes y escépticos…
Dirección: Ryan Coogler. País: USA. Duración: 133 min. Género: Drama. Intérpretes: Sylvester Stallone (Rocky Balboa), Michael B. Jordan (Adonis Creed), Tessa Thompson, Phylicia Rashad, Tony Bellew, Will Blagrove, Juan-Pablo Veza, Andre Ward, Philip Greene, Manny Ayala, Cory Kastle, Vincent Cucuzza, Christopher Weite. Guión: Ryan Coogler y Aaron Covington; basado en los personajes creados por Sylvester Stallone. Fotografía: Maryse Alberti. Música: Ludwig Göransson. Estreno en España: 29 Enero 2016.